Los
símbolos tienen su importancia, y quemar una bandera española revela un nulo
respeto por el Estado y por sus instituciones, ese decir, por la propia democracia.
Y salta a la vista que algunas de las personas que se han manifestado esta semana
en Granada serían igual de burras en una república que en una monarquía
parlamentaria. Ojalá se tratase de traer más educación y cultura a nuestra
sociedad. ¿Alguien les ha explicado a estos vándalos en qué consiste una
república? Pues poco tiene que ver con la república de tu casa y, fuera de la
elección del jefe del Estado –que ciertamente no hemos elegido en España-
tampoco habría tanta diferencia. De hecho, viendo cómo está el patio, no sé si
un presidente de la república mejoraría a Felipe VI, quien, a fin de cuentas,
pinta poco y tendrá que gastar menos. ¿Cuánto gastaría un presidente aupado por
los dos partidos que más casos de corrupción coleccionan en España? Casi parece
una condición del españolito medio, pícaro y ladrón, ya sea monárquico o
republicano. Lo que faltan en este país son demócratas convencidos, pues si se
pretende que haya cambios estos tendrán que hacerse desde dentro, respetando
las reglas del juego democrático, que están contenidas en la Constitución. Y la
Constitución puede cambiarse, claro, como cualquier otra norma, siguiendo el
procedimiento establecido, y no hay que rasgarse las vestiduras por ello, ni
quemar banderas o el mobiliario urbano. Pero es difícil que algunos de nuestros
jóvenes respeten estas reglas, entre otras cosas porque nadie se las ha
enseñado, del mismo modo que nadie les ha contado lo que significó en este país
la guerra civil, la dictadura y la Transición. Las sucesivas reformas
educativas han convertido España en un país desmemoriado y pseudoanalfabeto,
por lo que no me extrañaría que el chaval que se subió al mástil del Bulevar de
la Constitución para izar la bandera republicana creyese que estaba reformando
la carta magna de golpe y porrazo. Porque el pobre se cayó, que lo han grabado
las cámaras. Y es que la gran educadora de la sociedad española en los últimos
años ha sido la televisión, donde lo más parecido a un programa educativo eran
los documentales de la 2, donde ciertamente podías ver a algunos monos
colgándose de los árboles. Quizá por eso nos recuerden una y otra vez la
excelente formación que ha tenido el Príncipe de Asturias. Coño, ¿pues no va a
resultar que se han gastado en él todo el presupuesto que había para educación?
IDEAL
(La Cerradura), 8/06/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario