domingo, 8 de junio de 2014

La bandera



Los símbolos tienen su importancia, y quemar una bandera española revela un nulo respeto por el Estado y por sus instituciones, ese decir, por la propia democracia. Y salta a la vista que algunas de las personas que se han manifestado esta semana en Granada serían igual de burras en una república que en una monarquía parlamentaria. Ojalá se tratase de traer más educación y cultura a nuestra sociedad. ¿Alguien les ha explicado a estos vándalos en qué consiste una república? Pues poco tiene que ver con la república de tu casa y, fuera de la elección del jefe del Estado –que ciertamente no hemos elegido en España- tampoco habría tanta diferencia. De hecho, viendo cómo está el patio, no sé si un presidente de la república mejoraría a Felipe VI, quien, a fin de cuentas, pinta poco y tendrá que gastar menos. ¿Cuánto gastaría un presidente aupado por los dos partidos que más casos de corrupción coleccionan en España? Casi parece una condición del españolito medio, pícaro y ladrón, ya sea monárquico o republicano. Lo que faltan en este país son demócratas convencidos, pues si se pretende que haya cambios estos tendrán que hacerse desde dentro, respetando las reglas del juego democrático, que están contenidas en la Constitución. Y la Constitución puede cambiarse, claro, como cualquier otra norma, siguiendo el procedimiento establecido, y no hay que rasgarse las vestiduras por ello, ni quemar banderas o el mobiliario urbano. Pero es difícil que algunos de nuestros jóvenes respeten estas reglas, entre otras cosas porque nadie se las ha enseñado, del mismo modo que nadie les ha contado lo que significó en este país la guerra civil, la dictadura y la Transición. Las sucesivas reformas educativas han convertido España en un país desmemoriado y pseudoanalfabeto, por lo que no me extrañaría que el chaval que se subió al mástil del Bulevar de la Constitución para izar la bandera republicana creyese que estaba reformando la carta magna de golpe y porrazo. Porque el pobre se cayó, que lo han grabado las cámaras. Y es que la gran educadora de la sociedad española en los últimos años ha sido la televisión, donde lo más parecido a un programa educativo eran los documentales de la 2, donde ciertamente podías ver a algunos monos colgándose de los árboles. Quizá por eso nos recuerden una y otra vez la excelente formación que ha tenido el Príncipe de Asturias. Coño, ¿pues no va a resultar que se han gastado en él todo el presupuesto que había para educación?
IDEAL (La Cerradura), 8/06/2014

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