A
Granada ha llegado el secuestro exprés, pero de perros: para todo hay
categorías. Lo contaba Carlos Morán en IDEAL esta semana. Y que las perras Asia
y Naya fueron devueltas tras el pago de mil euros. El avezado periodista piensa
que en este caso había también un gato encerrado. Y yo lo creo. Porque los
delincuentes tienen sus principios y, a diferencia de los de guante blanco –que
hoy día se dedican fundamentalmente a la política y a los negocios-, una clara
escala de valores. “Animales sí, pero personas no”. Lo cual demuestra que, en
el fondo, tienen también una alta consideración del ser humano. En otras
ciudades donde he vivido, el secuestro exprés no consiste en pedir un rescate
por la víctima, sino en llevarla a punta de pistola por los cajeros automáticos
para recaudar todo el dinero posible. Luego, una vez superado el límite de
retirada de efectivo, esperan a que den las doce de la noche para empezar de
nuevo y, si están contentos con la recaudación, puede que no te peguen un tiro.
Quizá les parezca escandaloso, pero probablemente esto ocurra en España. Ocurre
ya, de hecho, aunque de otro modo. La alegría de la democracia en los últimos
años ha consistido en permitir la especulación inmobiliaria, el pago de
intereses con cláusulas suelo, el rescate bancario por parte de los ciudadanos
y, finalmente, el desahucio. También te puede tocar, o no. Y qué decir del
mercado de trabajo, de los contratos basura, de los empresarios que te obligan
a darte de alta como autónomo para no pagar los seguros sociales o de los
despidos. Pero, con este panorama, no se abaratan los servicios básicos como la
luz y el agua, sino al contrario. Y tampoco otros servicios que son absolutamente
prescindibles, como los de telefonía. Pero se nos han hecho necesarios. Si se
fijan, verán por la calle a mucha gente ensimismada con el móvil, tecleando en
mitad de la acera, o chocándose contigo, pues si les pides paso ni se inmutan.
Antes pensarías que estas personas eran idiotas, pero ahora ya no, teniendo en
cuenta que a buena parte de la población le ocurre lo mismo y que tú puedes
estar incluido. Y eso es también un secuestro, aunque lo consintamos. Lo sabía perfectamente
Jenaro García, el fundador de la burbuja informática Gowex, que ha engañado a medio
mundo subvencionado por los ministerios de Economía e Industria. Lo que nos han
hecho es una lobotomía. Pero que no nos secuestren al perro.
IDEAL
(La Cerradura), 20/07/2014
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