domingo, 1 de febrero de 2015

Transparentes



Según el informe publicado por la ONG Transparencia Internacional España, el de Granada es el ayuntamiento menos transparente del país. Es decir, el que menos información facilita sobre la corporación municipal, relaciones con los ciudadanos y la sociedad, información económico-financiera, contrataciones y costes de los servicios, urbanismo, obras públicas y medioambiente. Porque hay quien está convencido de que la ideología no tiene nada que ver con la objetividad. Así, desde el ayuntamiento se nos dice que “Granada ha decidido no malgastar esfuerzos ni recursos públicos para responder y entrar en el juego de organizaciones o entidades de las que desconocemos el objetivo que persiguen”. ¡Granada! No el ayuntamiento ni los cargos electos de la corporación, sino la propia ciudad de Granada, que al parecer sólo ellos personifican. Aunque el objetivo público de esta organización, como también debería ser el del ayuntamiento, sólo sea proporcionar a los ciudadanos la información que ellos –no Granada, que los padece- no ofrecen, pues la web del ayuntamiento ni siquiera cuenta con un espacio dedicado a la transparencia, como exige la Ley de la Transparencia y como sí tienen buena parte de los 110 mayores ayuntamientos de España que se han dignado a participar en este estudio sin mayor problema, quizá porque no tengan nada que esconder. De hecho, si uno acude a la web del ayuntamiento para ver los presupuestos municipales, el documento clave para valorar la gestión económica de sus regidores, se encuentra con un balance en donde ni siquiera se desglosa la recaudación por cada uno de los tributos municipales, aunque sólo sea para realizar un estudio estadístico. Sí hay acceso directo, sin embargo, y en la misma portada, a los informativos de la cadena municipal TG7, que, sin desmerecer la labor de sus profesionales, consisten, básicamente, en una loa a la gestión de los regidores de la corporación. Por eso, de esta cadena lo mejor son los programas culturales – ¡viva la designación de Granada como “Ciudad de la literatura”, si es que ya no lo era!- y las  películas de Retroback, a las que no siempre les prestan la atención que se merecen. La última vez que vi una, “El premio”, cortaron precisamente el final, ante la estupefacción de mi hijo y yo, que asistíamos a las andanzas de Paul Newman en la Academia Sueca. Quizá lo que podrían ahorrarnos es el final de esta lamentable etapa política. Porque la opacidad podría ser el principio de la transparencia. En las próximas elecciones municipales tenemos una buena oportunidad para comprobarlo.
IDEAL (La Cerradura), 1/02/2015

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