Ya
puestos a intercambiar sillones y cargos, podríamos cambiar la monarquía por la
república, pues, si el rey ha conseguido que le aplaudan en la Asamblea de
París, no sería extraño que ganara unas elecciones. Doña Leticia se ha
convertido en un icono español, y cada vez que se pone un modelito es casi tan
comentado como el de la Tarasca de Granada, de fucsia, con una rosa en el pecho
y amplios pantalones, una mezcla de Claudia Schiffer y Kate Moss. La diferencia
es que la reina, en setenta y dos horas, se cambió de vestido siete veces.
¿Será la política una cuestión de estilismo? Al parecer, ahora se llevan los
políticos espigados, y ha contado Pablo Iglesias que, cuando quedaron, Pedro
Sánchez pidió para cenar una tortilla francesa. ¡Porca miseria! ¡Traidor! Si
por lo menos fuera una tortilla española, con sus papas y pimientos… Luego pasa
lo que les pasa a la hora de hablar, que las ideas les salen sin sustento. No
haré el chiste fácil con Torres Hurtado, que siempre tiene las ideas tan
claras. ¡Que no me voy!, clamó ante los medios. Aunque quizá a esta hora le
esté diciendo Luis Salvador lo contrario por teléfono, ya que ahora cortamos
por el móvil. Al menos podrían quedar para comerse un solomillo, que es, por lo
bajini, lo que piden algunos en el PP: jubilar al alcalde en funciones para que
ellos no tengan que engrosar las listas del paro. Algunos confunden la política
con sacar unas oposiciones, que no es lo mismo que trabajar en la oposición,
claro. Pero así estamos escribiendo la historia de España, donde recitamos la
lista de imputados como si fuera la lista de los reyes godos. Por eso el
Gobierno y los principales partidos trabajan para eliminar de la ley esa
palabra, y de paso la libertad de expresión. No quieren que los periodistas
hagan su trabajo, y que graben las detenciones de los “investigados”, vocablo
que vale tanto para un presunto delincuente como para Mortadelo y Filemón. Y no
debe ser una casualidad entonces que el mayor éxito de la Feria del Libro de
Madrid sea “El tesorero”, un cómic protagonizado por la singular pareja que, de
la mano de Francisco Ibáñez, tan bien ha sabido explicar la realidad española: Mamerto
Roboy, Demetria Costipal, el ministro del Peculio y el tesorero del Partido
Papilar, ¿no son personajes reales? Porque, en España, padecemos mejor a
nuestros políticos gracias a las viñetas y las carocas. Nos morimos de risa.
IDEAL
(La Cerradura), 7/06/2015
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