viernes, 5 de junio de 2015

La mirada de Miguel Urbano

El valor de la obra de arte está en lo que nos revela cada vez que la miramos, y las fotografías de Miguel Urbano son inagotables, aunque representen a la gente En Tránsito, un proyecto realizado íntegramente en la Estación de Autobuses de Málaga (www.miguelurbano.com), con  una cámara camuflada. Uno se queda hechizado cuando contempla esos retratos, y no puede evitar imaginar un carácter y una vida, aunque Miguel Urbano sólo haya captado un instante de esa vida, una expresión de esa cara que nos sobrecoge. La preocupación y la despreocupación, el asombro y la risa, la reflexión y el histrionismo, la tranquilidad y la alegría, todo está presente en un mundo que, siendo tan pequeño como un banco donde se sientan los pasajeros, abarca sin embargo un planeta sentimental. Málaga es una ciudad cosmopolita, pero la estación de autobuses es un microuniverso que Miguel Urbano nos revela fotograma a fotograma, con la maestría del que sabe que lo más concreto puede ser también inabarcable.
Cuando uno espera la vida se interrumpe, y hay cierta angustia en la expresión de esas personas que temen que no llegue el próximo autobús, que la vida no continúe. La gente parece hacer balance, pensar en su destino. ¿Somos lo que recordamos o a quien imaginamos? Las fotografías de Miguel Urbano reflejan la interioridad de esa duda, pero también la despreocupación de quien se dedica a observar la vida, normalmente personas mayores que encuentran ahí su mayor pasatiempo. Y la fotografía detiene el tiempo. El fotógrafo descubre lo que está oculto en lo más evidente, en las calles por donde paseamos cada día y que Miguel Urbano suele recorrer a la caza de un instante, desde la calle Victoria hasta Marqués de Larios.
“La ciudad, como metáfora de la vida, ofrece un sin fin de posibles elecciones, pero es el criterio del fotógrafo el encargado de elegir, de acotar. Y hay tantas posibles imágenes como miradas diferentes ante una misma escena”, explica Miguel Urbano sobre La ciudad revelada. “Ocurre como si de una revelación se tratara: caminas por una calle cualquiera y algo te llama poderosamente la atención; acaba de ocurrir una epifanía y es eso y no otra cosa el objeto de tu atención; te das cuenta de que lo que vas a fotografiar es una simple puerta o un maniquí o unos zapatos, pero es lo que te ha sido revelado en ese momento, y por eso estás ahí, porque sólo tú puedes hacer esa fotografía”.
Pero Miguel Urbano también se deja llevar. Y en las fotografías de Ad Libitum, su último proyecto, del que hemos podido ver una selección en la Escuela de Fotografía Apertura (calle Granada 49, Málaga), no hay ningún plan preconcebido, ni siquiera un hilo conductor, sólo lo que ha llamado la atención del fotógrafo, apostado en una esquina. Como Henri Cartier-Bresson, a quien admira, Miguel Urbano suele esconderse en los rincones de la ciudad, “esperando a que pase algo”, y así ha convertido el centro de Málaga y la mera casualidad en sus personajes, siendo la vida cotidiana y la ciudad los escenarios. Pero también hay algo hipnótico en los paisajes, y cuando sale del espacio urbano, el fotógrafo descubre otros mundos que están en éste, páramos que evocan desiertos extraterrestres, árboles como símbolos arcanos, edificios ruinosos y cielos nublados que hablan de una constante transformación.
En las fotografías de Miguel Urbano hay una música que acompaña al caminante, y es una delicia ver las piezas audiovisuales que ha realizado con algunas de sus exposiciones: Informe sobre lo cotidiano, Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa, En tránsito, La ciudad revelada o Mírame, que disparo. Son fotografías que caminan.

El Mundo de Andalucía (Viajero del tiempo), 5/06/2015

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