domingo, 20 de diciembre de 2015

Vándalos



En esta campaña electoral algunos políticos han mostrado lo peor de sí mismos, pero algunos ciudadanos también, con un nivel de violencia que convierte la agresión de Andrés V. F. a Mariano Rajoy en casi una anécdota, sobre todo viendo cómo no era condenada por demasiadas personas que aplaudieron o jalearon al agresor. “Capi, mátalo. Los pulgares en los ojos y escúpele en las cuencas”, escribieron sus colegas en WhatsApp. Un mensaje lamentable que sin embargo se parece demasiado a otros mensajes “tuiteados” por políticos en activo de cuyo nombre no quiero acordarme. Pero no están locos, no. Es el resultado palpable y doloroso de tantas reformas educativas. Y hay agresividad en algunos discursos políticos. Muchos confunden tomar la iniciativa con insultar. ¿Es lo que les aconsejaron que hicieran en su “debate” a Pedro Sánchez y a Mariano Rajoy? ¿Es ésa una prueba de su carisma? ¿Por qué luego nos va a sorprender que un ciudadano haga lo mismo en la calle? ¿Y los escraches, propiciados también por políticos que hoy tienen responsabilidades públicas? ¿Para cumplir con el programa electoral hay que intimidar a las personas que no están de acuerdo con tus ideas o a sus familias? Ni siquiera una política indecente justifica estos comportamientos. Porque una parte de la población parece contener una violencia que espera una ocasión para manifestarse, y los discursos simplistas y demagógicos sólo actúan como espoleta. Nuestros políticos han renunciado a ser didácticos. Prefieren un titular en la prensa que un discurso razonado. Y a la gente se le está olvidando razonar. Se nota en la vida pública y en la vida privada, en nuestros hábitos y costumbres, en cosas básicas como la suciedad en las calles o el maltrato del mobiliario urbano y del patrimonio histórico. Qué descorazonador ha sido ver esta semana en las páginas de IDEAL las pintadas en la Puerta Monaita, uno de accesos más antiguos a la Alcazaba de Granada, el núcleo originario de la ciudad islámica, como explican Juan Castilla Brazales y Antonio Orihuela Uzal en el libro “En busca de la Granada andalusí” (Comares). No creo que sea algo que se haya contado a quienes pintan o hacen botellón en esas murallas. Es más fácil ensuciar y destruir, insultar y calumniar, meter los pulgares en los ojos y escupir al contrario. Y esos son los ciudadanos que estamos formando. No sé si la guerra civil fue un pequeño cambio de impresiones entre los íberos, pero sí que nos hemos convertido en un país de vándalos. ¡A votar!

IDEAL (La Cerradura), 20/12/2015

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