Pues
parece que España no se ha ido al carajo con el comienzo del año, a pesar de
nuestra clase política. Aunque escuchando a Artur Mas y compañía, uno cree
vivir en un ente más pequeño incluso que una república independiente, no sé si
la república de tu casa, que está situada en el número 13, Rue del Percebe. Aquí,
los bajos del edificio son okupados por alternativos que se niegan a llevar
carteras porque prefieren mochilas, una chorrada que ni siquiera es demagógica,
sino que parece sacada de una campaña de Benetton, donde todos llevan el ego
colgado del hombro. Va a resultar que Pablo Iglesias es más pijo que Rajoy, que
no le hace ya feos a nadie ni a nada. Todo lo contrario que Pedro Sánchez, que
se ha ido a Portugal a buscar la comprensión que no encuentra en su partido.
Porque si se va Sevilla no es que pierda su silla, sino que no vuelve. ¿Por qué
no le cambia Susana la suya? ¿Podría ir Andalucía peor? ¿Y España mejor? Todos
los días nos levantamos con la misma monserga sobre las nuevas elecciones, aquí
o en Cataluña, que es también aquí. Es como en el chiste, donde la mamá le
contesta al niño después de que éste le haya dicho las notas y pedido que
prepare a papá: “Papá preparado. Prepárate tú”. Y es que me pregunto si a estos
candidatos va a volver a votarlos alguien. Si en España hay nuevas elecciones,
lo único que va a subir es la abstención. Exactamente igual que en Cataluña,
donde buena parte de la población hace tiempo que se independizó de sus
presuntos políticos, pero probados corruptos. Recuerdo que en el cómic de
Ibáñez nunca funcionaba el ascensor, como aquí no termina de funcionar el
sistema democrático, porque como en el famoso edificio los ladrones se
encuentran en la azotea, y la portera trata siempre de vender por medio de
engaños algún apartamento, que en la realidad la peña se lo hace en Marbella
sin tantos remilgos. A mí me gustaba Manolo, el pintor, que vivía en la buhardilla
acosado por sus acreedores, como los ayuntamientos andaluces, que, según la
ciudad, son como una especie de Ceferino Raffles, quien no puede dejar de robar
cosas inútiles. ¿Y quién será el científico loco del segundo piso,
especializado en crear monstruos, no como los sueños de Goya, sino como las
pesadillas de Lorca con el centro que lleva su nombre? Quizá haríamos bien en
mudarnos. Por lo que pueda pasar.
IDEAL (La
Cerradura), 10/01/2016
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