domingo, 19 de marzo de 2017

Dignidad europea

La política convierte a veces la historia en una caricatura y, apropiándosela, cuenta una historia peor, tergiversada según la propia conveniencia y vaciándola de contenido. Lo hemos comprobado esta semana, en la que media Europa ha respirado aliviada por la derrota de la ultraderecha en las elecciones de Holanda. Hemos empobrecido tanto el discurso que la política se ha convertido en una mascarada de fantoches con un programa maniqueo sobre los buenos y los malos, que son todos aquellos que piensan de una manera diferente y personifican nuestros temores. Curiosamente, estos fantoches se tintan el pelo de rubio: Geert Wilders, Marin Le Pen o Donald Trump aparecen siempre oxigenados, como si fueran muñecos de la raza aria. Y quizá quiera tintárselo también Frauke Prety, de Alternativa para Alemania. No creo que lo haga Pablo Iglesias, pero se ha equivocado al defender el mismo discurso localista y antieuropeo en el parlamento español, pues la única manera de enfrentarse al fanatismo es trabajar por la integración de Europa y defender los valores democráticos. Sin las políticas y las ayudas de la UE, España seguiría siendo un país subdesarrollado, y negar los beneficios del proyecto europeo no es el camino para cambiar la políticas económicas y sociales que efectivamente lo están lastrando ahora. Ni es un camino de éxitos, como ha dicho Rajoy, porque ha empobrecido a miles de europeos, ni todo lo contrario. El problema es que el proyecto de la UE se identifica por buena parte de los ciudadanos con el capital financiero, y no con los derechos humanos. Pero bastaría, para cambiar esa percepción, que las instituciones europeas pusieran el mismo empeño en acabar con la tragedia de los refugiados que llegan a sus fronteras que el que ponen en que los países miembros cumplan los criterios de convergencia. En ese sentido, resulta aleccionador acudir a la exposición “La itinerancia de los refugiados a través de Europa”, organizada por la Alianza Francesa de Granada y la AFP (Agencia France Press), y que podemos ver hasta el día 7 de abril en la Fundación Euroárabe. Son fotografías que han salido en prensa, pero que quizá entonces nos pasaron desapercibidas. Porque, observándolas, uno comprende que es toda la humanidad la que es apaleada en las fronteras o encerrada en campos de concentración. Cualquiera de nosotros podría ser el hombre que se quema a lo bonzo, esa mujer que besa a otra a través de una verja o aquel niño que, a pesar, de todo, sonríe con optimismo. Si protegemos la dignidad de las personas, protegeremos Europa.

IDEAL (La Cerradura), 19/03/2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario