Los
juegos tienen la virtud de suspender la realidad, aunque haya quien grite los
triunfos de su equipo preferido o quien sufra un infarto y se despida de este
mundo mientras su equipo lo hace de la Champions. Para ello ni siquiera hace
falta encender el televisor, sino que basta con escuchar los exabruptos y
pataleos del vecino. Y es que el fútbol, por ejemplo, suele despertar los
instintos más primarios del ser humano, aunque se parezca más al chimpancé en
esos momentos. Lo saben las casas de apuestas, que se dedican a explotar esos
instintos, empobreciendo los bolsillos de los espectadores además de su
intelecto. Así, antes y durante los partidos, estas empresas presentan como
información lo que es publicidad descarada de una actividad que roza lo
delictivo. Y debería serlo invertir cantidades astronómicas en un deporte que
proporciona satisfacciones y glorias tan efímeras. Si España invirtiera lo mismo
en investigación, tendría un futuro mucho más interesante, aunque esta semana pareciese
suspendido por las competiciones deportivas. Pero no es la concepción de lo
público que suele tener nuestra clase política, que no hace más previsiones a
largo plazo que las electorales. Parece también una combinación ganadora:
20+13,2+4+1,4+0,75+0,15; pero no lo es. En total, serán casi 40 millones de
euros los que podrían asumir los ciudadanos granadinos por la gestión del PP en
el Ayuntamiento en los últimos años, según informaba Mª Victoria Cobo en IDEAL
esta semana. Desde la Azucarera de San Isidro al Pabellón Mulhacén, pasando por
la Rober, los juzgados condenan al pago de indemnizaciones por reclamaciones
diversas al Consistorio, cuando deberían condenar a personas con nombres y
apellidos y al partido al que representan, colaborador necesario para que José
Torres Hurtado en Granada o Ignacio González en Madrid lleguen a las
Administraciones públicas. Porque los ciudadanos votan a una organización
representada por esas personas, y cuando esas personas son detenidas o
procesadas, el partido deriva su responsabilidad, como permanentemente hace el
Gobierno de España. ¿Alguien recuerda que Ignacio González fue propuesto como
presidente de Caja Madrid por Esperanza Aguirre y que fue Mariano Rajoy quien
impuso a ¡Rodrigo Rato!? ¿Quién eligió como candidato a la alcaldía de Granada
a Torres Hurtado? El juego de la política se nutre de ambiciones personales y
de ambiciones de partido, pero las pérdidas las pagan los ciudadanos. ¿Son
estas las reglas de la democracia? Con estos personajes y quienes los apoyan
partidos y ciudadanos perdemos por goleada. Y ya hay quien pretende romper la
baraja.
IDEAL (La
Cerradura), 23/04/2017
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