Pues
resulta que en Granada llevábamos años quejándonos de la conexión ferroviaria
por puro vicio. Lo han comprobado los pasajeros del tren Al-Ándalus, que
hicieron parada en la estación granadina, como si tal cosa. O como si fueran íntimos de Franco, que solía
organizar el transporte público a su antojo. Porque ese tren ha utilizado para
su trayecto la inviable línea de Moreda. Y ya nos han cabreado al alcalde,
Francisco Cuenca, que se lo ha dicho por carta al ministro de Fomento: “Jo,
Íñigo, cómo eres… Comprenderás que no salga de mi asombro al comprobar que esa
conexión le sea negada a Granada y se use para otros servicios”. Y no es el
único. Pero quizá le haya contestado Íñigo que la gente sigue viajando a
Granada vía Antequera. Que no quedan billetes de tren desde Madrid o Barcelona
en todo el mes de mayo. ¿Alguien lo entiende? Pues sí. Los empresarios de
hostelería, que son ya casi tantos como los camareros que trabajan en la
ciudad. Porque museos no tendremos muchos, pero bares… No hay ninguna capital
en el mundo con tantas barras por kilómetro cuadrado y, por si no eran
suficientes, nuestra mayor alegría esta semana ha sido que han vuelto a
sacarlas a la calle en el Día de la Cruz, que ha salpicado de nuevo los barrios
de botellones. Y es que estamos tan contentos, que la Federación de Hostelería,
que ya se frota las manos pensando en el Corpus, quiere llevar la feria al
centro de la ciudad. Pero si aquí vivimos una feria permanente. ¿No se han dado
cuenta? Si hasta el New York Times dice que las tapas son nuestra “forma de
vida”. Pues alguna virtud tendríamos que tener. Así que Granada ha reducido
casi un 12% el paro respecto al mes de abril de 2016, y nos está faltando
tiempo para montar las casetas. Que con eso y un espárrago –excelente campaña
la de este año- hay 11.732 parados menos. No importa si se trata de contratos
temporales, a fin de cuentas, estamos de paso, y como vivimos en un estado
transitorio, ¡a bailar, a bailar y a bailar! “Ozú, qué zevillanah maz bonitah”,
que es donde va a terminar la sede del TSJA. Es lo que otro amante de las tapas
granadinas, el cocinero Jordi Cruz, les dirá a sus becarios: “¿Pero no os dais
cuenta de lo que aprendéis trabajando? ¿Para qué queréis cobrar?” Menuda
pregunta tonta. Ni que hubiera que pagar las tapas en el bar.
IDEAL (La
Cerradura), 7/05/2017
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