España
bate récords hasta el esperpento. Convertida la política en un show, Cataluña
parece ser un payaso personificado por Puigdemont, que propone una investidura
telemática, vía Skype. Junts per Catalunya y ERC le siguen el juego, llevados
en volandas por 900.000 votos de ciudadanos hipnotizados por un personaje mitad
pirómano mitad enterrador. Y dice poco de nuestra clase política el que los
jueces se hayan convertido en los únicos valedores del Estado de Derecho. Más
preocupados por la repercusión mediática que por hacer propuestas viables, los
partidos lanzan globos sonda, pidiendo un poco de atención. Lo es la propuesta
del PSOE para poner un impuesto a la banca. El mismo día en que Rato presumía
en el Congreso de su gestión al frente de Bankia, equiparando la política a la
economía, la gestión pública al interés personal, y aprovechaba para vengarse
de Luis de Guindos y Mariano Rajoy. Como ilustración de los mecanismos del
poder, no estuvo mal. “Durante mis conversaciones con Guindos sobre la entidad
en marzo, abril y mayo de 2012, este se apoyó en los principales competidores,
a los que llegó a encargar realizar cuáles eran las necesarias provisiones para
Bankia. “Esos competidores (Santander, BBVA y CaixaBank) fueron, sin duda, los
grandes receptores de depósitos que salieron de Bankia tras su nacionalización
en el verano de 2012”. Pues ya sabemos quién se quedó los 22.424 millones de
euros con los que rescataron a Bankia los ciudadanos. La misma entidad que se
ha fusionado con BMN, la antigua Caja Granada. ¿Revertirá una parte de ese
dinero a los granadinos? Cuentan las crónicas que esta fusión llevará aparejada
la pérdida de 2.500 puestos de trabajo, sobre todo en los servicios centrales.
Y las malas lenguas hablan del peligro de desaparición de la Fundación Caja
Granada. Menuda herencia política. Nada a lo que no estemos acostumbrados en
esta ciudad en la que los partidos son incapaces de ponerse de acuerdo para
sacar adelante el presupuesto municipal. Que el PP haya votado en contra no le
extraña a nadie, pues después de provocar la quiebra del Ayuntamiento parece
desear su intervención por el ministerio de Hacienda. ¿Se habrá confundido con
el ministerio del Tiempo, pensado que no existen las hemerotecas? Lo que no se
entiende es lo de Ciudadanos, que ha permitido gobernar a Cuenca para luego
hundirlo en la miseria. Pero es que estaba por medio un tal Luis “Salvador”. El
papel que quizá ansíe Sebastián Pérez. Y entre que nos salvan o nos hunden,
todos sufrimos el efecto Puigdemont.
IDEAL (La Cerradura), 14/01/2018
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