Por
los bemoles de Luis Rubiales que España no va a ganar el mundial. O sí. Porque
este tipo es granadino, y ya se sabe que tiene un orgullo al que no alcanza ni
el Ave. Como a él no le habían dicho nada sobre el fichaje de Lopetegui por el Real
Madrid, pues liamos la Spanish Civil War, como ha titulado el lío de la Selección
Española de Fútbol la prensa inglesa. Total, si se trata de un hombre que ha
sobrevivido a los moros y a los Reyes Católicos y hasta al nacionalismo
motrileño. ¡Florentinos a mí! Que yo destituyo al seleccionador para que los
españoles se dediquen a otra cosa. A escribir, como el exministro de Cultura,
Maxim Huerta, que al menos se ha librado de la fiebre futbolística. Y todo
porque ha sido condenado por utilizar una sociedad para no tributar por el IRPF
a Hacienda. A eso se le llamaba fraude fiscal antes y después de Cristóbal
Montoro, aunque es verdad que es una práctica habitual entre los escritores y
periodistas españoles que facturan lo suficiente para preferir pagar un tipo
fijo y proporcional en el Impuesto sobre Sociedades en vez de una escala
progresiva en el IRPF. Por eso de la solidaridad y tal. Porque, además de progresistas,
son capitalistas orgullosos, que son los que montan una sociedad con un
administrador único. Como Luis Rubiales, que no tendrá que pagar de su bolsillo
los dos millones de euros que ha dejado de cobrar la Federación Española de
Fútbol del Real Madrid ni tampoco el finiquito de Lopetegui. ¡Son los
principios! Y los tienen en común mucha gente de la cultura y del deporte. Se
ve que en España son la misma cosa, y por eso requieren un mismo ministerio,
que al menos, a partir de ahora, será dirigido por un gestor cultural de
prestigio como José Guirao, granadino de adopción, y que quizá apadrine la
llegada del legado Lorca a Granada, mientras la Junta se pone de nuevo a buscar
los restos del poeta. ¡Que le den el premio Nobel!, claman otros. Aquí cada uno
va a lo suyo, como ocurre en algunos países y en algunos equipos de fútbol. Para
el caso, este mundial se celebra para mayor orgullo de Putin, al que le da lo mismo
invadir la península de Crimea o que su equipo le meta cinco cero a Arabia
Saudí, otro país ejemplar al que Occidente hace la vista gorda. Y esa es la
cuestión. Con un par de balones de fútbol.
IDEAL (La Cerradura),
17/06/2018
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