El
cuento podría tratar sobre un hombre que sobrevivió a un asesinato, hizo una
conversión pública para ser el redentor de la patria y que, después de alcanzar
su objetivo, que no era otro que el Palacio de la Moncloa, terminó suicidándose
políticamente. O tal vez no. ¿Cuántas vidas tiene Pedro Sánchez? Si ha sido
capaz de sobrevivir al PSOE, puede que sobreviva a España. Había que echar a
Rajoy, sí, que no ha reconocido la evidencia de la corrupción en el PP; pero
por lo visto esta semana en el Congreso de los Diputados, la regeneración
pasaría por descabezar las cúpulas de todos los partidos políticos y convocar
elecciones generales para renovar a todos los diputados y senadores, que no
deberían repetir en el hemiciclo. Que sus escaños sean ocupados por personas
que no estén maleadas por la práctica parlamentaria. Que si sí, que si no, que
si tal vez. Y la repetición de los mismos argumentos, incluidos los del miedo,
esgrimidos hasta última hora por los portavoces del PP, un partido que ya genera
verdadero pánico. Lo único que parece cierto en la política española es que
todo empieza de nuevo para terminar como estábamos antes. Demostrar que no es
así es el reto de Pedro Sánchez. Porque lo único que cambian son los actores,
como en un juego de máscaras. Y de este modo ven los ciudadanos a los
políticos: como fantasmas que viven en un mundo esotérico, completamente
alejados de los problemas sociales. Y habría que preguntarse por qué los
partidos suelen apartar a las personas independientes y con talento. Quizá
habría que prescindir también de estas organizaciones, si no son capaces de
cumplir con sus fines públicos. Ni siquiera las nuevas, que parecen ya viejas.
¿Alguien tiene un proyecto para el país? Lo que importa es el apoyo
parlamentario, y sonroja escuchar los reproches al PSOE por recabar los apoyos
de los nacionalistas vascos o catalanes, seducidos o repudiados según sopla el viento político, pues lo único que
interesa es si votan a favor de los Presupuestos Generales del Estado o de una
moción de censura. ¿Y qué es lo que le importa a la sociedad? Curiosamente, los
medios de comunicación le han dado más importancia al adiós de Zidane como
entrenador del Real Madrid que al adiós de Rajoy como presidente del Gobierno.
Y la verdad es que el primero ha mostrado más dignidad que el segundo. Pero se
ve que la dignidad española sólo se demuestra en los campos de fútbol.
IDEAL (La Cerradura),
3/06/2018
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