domingo, 15 de septiembre de 2019

Sociedad


Con gobierno y sin gobierno, con temporal o sin temporal, Nayim no pierde la sonrisa. No sé si sabe que forma parte de las estadísticas sobre los extranjeros que hay en España o sobre los inmigrantes que hacen falta para mantener la Seguridad Social, pero no creo que le importe. A él le importa ir a recoger la mercancía todos los días al amanecer, atender a sus clientes –sobre todo mujeres, a las que trata como si fueran de la familia- y ofrecerle a todo el mundo una sonrisa. Es algo mucho más complicado de lo que parece, pues Nayim tendrá los mismos problemas que el resto, pero jamás se los notarás, en su tienda hay una barrera contra la desgracia y el desánimo. De hecho, cuando tú sales de ella ves el mundo de otra forma, y también te importa un pimiento si cambiará el tiempo o se convocarán nuevas elecciones, pues recuerdas que la vida está construida con esas pequeñas tareas cotidianas que puedes realizar con amor, satisfecho simplemente por trabajar y estar vivo. Aunque quizá para eso debas de tener a algún familiar o algún amigo que haya muerto en la frontera tratando de buscarse la vida como Nayim, que tan solo con su actitud y su trabajo hace que la sociedad sea mejor y más justa. ¿Te va a engañar alguien así? ¿Se va a aprovechar de tu esfuerzo en su propio beneficio, como es la regla común en España en los puestos directivos empresariales, institucionales o políticos? Qué maravilloso alcalde sería Nayim. No creo que perdiera tiempo en fotos o en recabar el favor de su partido. Por fortuna, la sociedad está llena de gente como él, llámense Luisa, Chang o Mohamed, cuya mayor preocupación es trabajar honradamente todos los días. Resulta una obviedad, ¿pero podemos decir algo tan simple de nuestros cargos públicos? Si uno atiende a la información política, NO. Así que nos estaremos equivocando en algo. Si ya no duelen el tiempo y el dinero público malgastados, si ya no se muestra la más mínima vergüenza por aprovecharse de los cargos en el propio beneficio, por consentir por acción y omisión la corrupción institucional o política, de nada ha servido el sacrificio de tantas personas en la transición ni la memoria de tantos muertos en la Guerra Civil que aún aguardan en las cunetas a que se recupere su nombre. Y quizá tengamos lo que nos merecemos. Salvo por personas como Nayim, que nos recuerdan quiénes somos. A pesar del gobierno.
IDEAL, 15/09/2019

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