Con
gobierno y sin gobierno, con temporal o sin temporal, Nayim no pierde la
sonrisa. No sé si sabe que forma parte de las estadísticas sobre los
extranjeros que hay en España o sobre los inmigrantes que hacen falta para
mantener la Seguridad Social, pero no creo que le importe. A él le importa ir a
recoger la mercancía todos los días al amanecer, atender a sus clientes –sobre
todo mujeres, a las que trata como si fueran de la familia- y ofrecerle a todo
el mundo una sonrisa. Es algo mucho más complicado de lo que parece, pues Nayim
tendrá los mismos problemas que el resto, pero jamás se los notarás, en su
tienda hay una barrera contra la desgracia y el desánimo. De hecho, cuando tú
sales de ella ves el mundo de otra forma, y también te importa un pimiento si
cambiará el tiempo o se convocarán nuevas elecciones, pues recuerdas que la
vida está construida con esas pequeñas tareas cotidianas que puedes realizar
con amor, satisfecho simplemente por trabajar y estar vivo. Aunque quizá para
eso debas de tener a algún familiar o algún amigo que haya muerto en la
frontera tratando de buscarse la vida como Nayim, que tan solo con su actitud y
su trabajo hace que la sociedad sea mejor y más justa. ¿Te va a engañar alguien
así? ¿Se va a aprovechar de tu esfuerzo en su propio beneficio, como es la
regla común en España en los puestos directivos empresariales, institucionales
o políticos? Qué maravilloso alcalde sería Nayim. No creo que perdiera tiempo en
fotos o en recabar el favor de su partido. Por fortuna, la sociedad está llena
de gente como él, llámense Luisa, Chang o Mohamed, cuya mayor preocupación es
trabajar honradamente todos los días. Resulta una obviedad, ¿pero podemos decir
algo tan simple de nuestros cargos públicos? Si uno atiende a la información
política, NO. Así que nos estaremos equivocando en algo. Si ya no duelen el
tiempo y el dinero público malgastados, si ya no se muestra la más mínima
vergüenza por aprovecharse de los cargos en el propio beneficio, por consentir
por acción y omisión la corrupción institucional o política, de nada ha servido
el sacrificio de tantas personas en la transición ni la memoria de tantos
muertos en la Guerra Civil que aún aguardan en las cunetas a que se recupere su
nombre. Y quizá tengamos lo que nos merecemos. Salvo por personas como Nayim,
que nos recuerdan quiénes somos. A pesar del gobierno.
IDEAL, 15/09/2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario