Mal
van las cosas cuando el Gobierno en funciones tiene que emitir un vídeo en
varios idiomas para explicar que España es un Estado democrático. El problema
parece ser que en España y en Europa hay demasiada gente que no sabe que la democracia
empieza por el cumplimiento de la ley –la Constitución- que la legitima. Y si
no te gustan las leyes que hay, intenta cambiarlas. Pero no hace falta quemar
contenedores para eso, ni agredir a la policía, ni insultar a nadie en las
calles de Granada, donde no debe enseñarse bien la Geografía, pues hay gente
que cree vivir en Cataluña. ¡Que vivís en España en el año 2019! Pero claro, en
una sociedad donde impera el mito asambleario virtual –no hay mucha diferencia
entre insultar en la calle o hacerlo en las redes sociales- esto es difícil de
explicar. La peña confunde el derecho a decidir con decidir lo que le da la
gana, interrumpir el tráfico, colapsar un aeropuerto, jorobar la vida de miles
de personas. Los radicales condenan las sentencias de los mismos jueces que
garantizan que ellos puedan manifestarse y convertir las calles en un campo de
batalla. Los radicales son “las fuerzas de ocupación”, y la policía es la que
tiene que aguantar pacientemente que le escupan, insulten y agredan. En Cataluña,
una parte de la clase política está tan confundida que ha pasado de cobrarles
un impuesto revolucionario del 3% a los empresarios a chantajear a la gran
mayoría de la población, que está ahíta de independentismo. Lo curioso es que
el clan Pujol y compañía no utilizaban esta recaudación ilegal para construir
un nuevo país, sino para abrirse cuentas en Suiza o radicar la base operativa
del catalanismo extorsionador en paraísos fiscales como la isla de San
Cristóbal, que lo mismo sería también un buen lugar para radicar una Cataluña
independiente, a unos cuantos miles de kilómetros de la península Ibérica. Eso
sí que constituiría un Tsunami Democràtic en el mar Caribe. Pero se trata de
una confusión contagiosa, como demostraban los manifestantes esta semana en
plena Gran vía, con consignas como: “El pueblo trabajador andaluz por el
derecho a decidir” o “Las calles siempre serán nuestras”. En vez de mandar a la
policía, habría que haber enviado a la recaudación municipal para cobrarles una
tasa por aprovechamiento particular del dominio público. Y acompañados por unos
cuantos profesores de Geografía e Historia. La verdadera independencia empieza
por la educación. Derecho y Constitución debería ser una asignatura obligatoria
en las aulas de toda España.
IDEAL, 20/10/2019
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