Los
negocios de la costa están al cincuenta por ciento, y hay un mantra que se
repite entre restauradores y hosteleros: “Hay que aguantar”. El horizonte es el
otoño, pero entre la gente hay un runrún sobre encierros y rebrotes. Vivimos en
la provisionalidad, y para salir de ella no ayudan los miedos ni las
advertencias que vienen del ministerio de Sanidad. ¿Van a confinarnos de nuevo?
Mientras tanto, hay quien ha entonado el “carpe diem”, y vive como si el mundo
fuera a acabarse mañana, lo que no contribuye a mejorar las cosas, ya que prescinden
de mascarillas y otras medidas higiénicas. “Las mascarillas son de maricas”, ha
dicho el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que si no muere de coronavirus
lo hará de estupidez congénita, como su colega Donald Trump, que ha logrado que
el país más desarrollado del mundo sufra como uno subdesarrollado la pandemia.
Los virus no distinguen entre prejuicios e ideologías, pero en una época como
ésta tener a embaucadores como presidentes es la mayor de las tragedias. ¿Cómo
se puede coordinar así una respuesta mundial? Trump arrambla con las reservas
de antivirales del mundo, pero antes de las elecciones los ciudadanos no tienen
medios para curarse de él. En Andalucía, el presidente de la Junta, Juan Manuel
Moreno Bonilla, no descarta los confinamientos parciales, y en Granada, donde
se han producido diez rebrotes, la incertidumbre es mayor. ¿Huimos a la playa? ¿Nos
vamos al campo? ¿No nos movemos del cinturón? Se ha disparado la demanda de
casas con jardín y piscina, y hay quien ya se construye un búnker en el patio.
¿Sobreviviremos a la paranoia? Crecen los rebrotes y los enanos de la política,
que no contribuyen al optimismo. ¿Subida de impuestos? ¿Congelación de
salarios? ¿Quién va a pagar la factura sanitaria? España ha puesto sus
esperanzas en el Fondo de Recuperación europeo, pero países como Holanda no
están por la labor. “En Bruselas no hay amigo ni enemigo pequeño”, dicen los
diplomáticos, que no son capaces de arrancar un acuerdo de colaboración para
salvar de la ruina a España e Italia, los países que más han sufrido la
Covid-19. Es la comidilla del Eurogrupo, donde se ha estrellado esta semana
Nadia Calviño. ¿Nos rescatarán? El runrún será el éxito musical del verano, pero,
como cantaría la Casa Azul, podría ser peor: “Va a costar/hacer ver que no hay
dolor, que todo sigue igual,/ esconder los desperfectos y disimular/. Qué
bonita es la felicidad”. Vendrán el virus y el rescate. Y bailaremos.
IDEAL (La Cerradura), 12/07/2020
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