lunes, 20 de julio de 2020

El VAR


La nueva normalidad se parece al nuevo fútbol: público de pega en las gradas, ovaciones grabadas, el VAR para las dudas… Aunque de pronto hay una cámara que descubre los asientos vacíos, se apagan las grabaciones y escuchas las voces de los jugadores en un estadio deshabitado, salvo por los equipos y los árbitros. Debería ser más sencillo jugar así, pero no, el vídeo arbitraje tampoco acierta siempre, y circulan las teorías conspirativas sobre una liga que ha ganado el Real Madrid por ser el mejor equipo en 38 partidos. ¿Qué dirán los árbitros? ¿Volveremos al confinamiento? El ministro Illa habla del estado de alarma como si fuera la espada de Damocles, y los ciudadanos cuentan las cifras de contagios como han contado los puntos obtenidos por su equipo los aficionados del Madrid: hay que echar cuentas para poder centrarse en la rutina. ¿Viviremos en paz? Según los expertos, los contagios provienen de un exceso de alegría: hemos acudido demasiado pronto a las discotecas y a los restaurantes, a las playas, y se han desbocado las reuniones familiares, las comuniones y celebraciones, incluso los entierros. ¿Pueden contagiarnos los muertos? Hay quien piensa que sí, y por eso elabora complejos estudios estadísticos, para acomplejar a las autoridades sanitarias. “Usted da asco”, le han dicho al bueno de Fernando Simón, que debe de estar más bien asqueado, pensando en el día en que decidió dedicarse a los estudios pandémicos. La política es otra pandemia, y la realidad se parece ahora a un recinto del que no podremos escapar. Allí donde vayamos nos encontraremos con nosotros mismos y con la posibilidad de un contagio. ¿Cuántos recursos hemos destinado a evitarlos? ¿Podemos evitarlos? En las clases separaremos a los alumnos, que fuera de institutos y universidades saldrán de fiesta como siempre, se restregarán y morrearán y harán bien, porque las autoridades no saben a ciencia cierta lo que pasa, con VAR o sin VAR, sean las clases presenciales, semipresenciales u online, en escenarios A, B o C, porque los programas educativos tienen más que ver en estos momentos con las artes escénicas. Así, hay quien prefiere abandonase a su suerte, sin tener en cuenta que puede convertirse en un peligro para los demás. Y ése es el verdadero peligro de esta sociedad, si no aprendemos a pensar en el otro, cuya vida depende de nuestra propia responsabilidad. Responsabilidad. Es una palabra grave. En los estadios resuenan quejas, gritos, vítores y cánticos fantasmales. “You'll never walk alone”, cantan los hinchas del Liverpool. No podemos caminar solos.
IDEAL (La Cerradura), 19/07/2020

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