En
un planeta que vaga por el universo, lo raro sería que no hubiera epidemias y
terremotos. Como le diría una capa tectónica a otra: “Hay que liberar
tensiones”. Descansamos un poco del virus y nos dedicamos a contar movimientos
sísmicos con la nueva App que hemos descargado en el móvil. Ya colocamos los
libros y barrimos los restos de la vajilla en las noches de insomnio. ¡Hay que
romper la rutina! Al menos hemos salido a la calle, a pesar de las
prohibiciones. Y qué bien sienta redescubrir lo agradable que es el aire de la
noche, aunque haya quien prefiera dormir en el coche al ver cómo bailan las
gárgolas de la catedral de Granada. Ante cómo van desarrollándose los
acontecimientos, dan risa las expresiones acuñadas por los estrategas políticos
y los comunicadores sensacionalistas, empezando por la “nueva normalidad”, con
la que el presidente del Gobierno anunciaba una de sus sucesivas victorias
pírricas contra el coronavirus. “Los granadinos están siendo puestos a prueba”,
nos dice Pedro Sánchez. Y claro, nos echamos a temblar, como se dice
popularmente. En una película de los años 90, “Temblores”, unas criaturas que
salían de la tierra para zamparse a los incautos provocaban los terremotos; pero
aquí tenemos a esas criaturas danzando tranquilamente por la superficie, y no
todas son microscópicas. Dan miedo, teniendo en cuenta las circunstancias
sanitarias y políticas. Aunque los expertos nos tranquilizan: “Se trata de una
serie sísmica”. ¿Aliviarán tensiones las elecciones en Cataluña? Lo que ocurra
en esa comunidad puede darnos una idea del futuro de España, y por eso se ha
ido para allá el exministro de Sanidad, Salvador Illa, mientras que Miquel
Iceta se ha mudado a Madrid con Pedro Sánchez para convertirse en ministro de
Política Territorial. Mamma mía, como le dé por bailar. “¡Pedro, líbranos del
mal!”, exclamará mientras salta por los aires el Estado autonómico. Y claro,
nos echaremos a temblar nuevamente, como ha temblado mi habitación mientras
escribía este artículo. Eso me pasa por invocar los fantasmas electorales. Es
mejor acudir a las opiniones científicas, que señalan que es el peso de la
cuenca de Granada lo que provoca los movimientos en las fallas. “La cuenca se
está deprimiendo por su propio peso y, al hundirse, se producen estos
terremotos”, nos dicen desde el Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención.
Así que tendremos que preguntarnos con Milan Kundera, ¿qué será más importante,
el peso o la levedad? Lo meditaremos mientras convergen las placas africana y euroasiática
y temblamos un poquito más.
IDEAL (La Cerradura), 31/01/2021
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