Lo del alcalde de Granada causa más vergüenza ajena que
preocupación. ¡A lo que le lleva a uno su gran cabeza! No hay comisiones
municipales suficientes para tanto afán de protagonismo. Total, solo o
acompañado ya ha conseguido ser el peor alcalde de esta ciudad, y mira que se
lo habían puesto difícil comparativamente hablando, empezando por Torres
Hurtado, del que debió aprender mucho en aquella famosa comida, pierna de
cordero y pescado para celebrar la alegría de la política personal. Así, es
comprensible que le de igual gobernar con dos concejales contándose a sí mismo
que con once. Se trata de aparentar, confundir la política con las redes
sociales, pasear por la ciudad con el Rey, aunque éste, acostumbrado al papel
de pasmarote, te mire como si fueras un marciano. ¿Habrán tomado nota los
ciudadanos de las personas y los partidos a los que han votado? Porque, ¿qué
hacen ahora el resto de los concejales, los 25 que permiten que continúe el
esperpento? ¿No van a ser capaces de llegar a un acuerdo para gobernar? Si uno
atiende a las crónicas políticas, esto es imposible, pues se ve que la ciudad y
el país está dividido en zonas que tienen más que ver con el color político que
con la geografía o los proyectos reales. Los íberos somos de bandos, como ya
mostramos en la guerra civil, en la dictadura y seguimos empeñados en demostrar
en la democracia. No se libra ni la selección de fútbol, a la que hay quien no
quiere que se vacune, aunque represente a España. La polarización de la
política en cada ayuntamiento, comunidad autónoma y en el Estado central es el
símbolo de un suicidio colectivo. Un país así no va a ningún sitio, sino que
periódicamente irá repitiendo los mismos disparates. Da pereza tener que
escribir de esto, casi tanto como dimitir le da a la gran cabeza municipal. Me
recuerda al Mago de Oz, en la película clásica, hablando desde el interior de
una careta gigante con un micrófono. Será el calor, bastante para derretir los
sesos, si alguien los tuviera, como clamaba Don Quijote. Pero nos esperan cien
días de bochorno, según alertan los meteorólogos. Escribía John Steinbeck que una
ciudad se parece mucho a un animal. Tiene un sistema nervioso, una cabeza, unos
hombros y unos pies. Está separada de las otras ciudades, de tal modo que no
existen dos idénticas. Y es además un todo emocional. Pero en Granada nos
sobran cabezudos y nos faltan cabezas.
IDEAL (La Cerradura), 13/06/2021
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