miércoles, 25 de enero de 2023

Memoria

La crónica política española parece una serie policíaca de crímenes de Estado o contra el Estado, con detectives que persiguen a exvicepresidentes del Gobierno o independentistas fugados o en sus cargos. Debe de haber flipado Emmanuel Macron en la firma del Tratado de Amistad entre Francia y España en Barcelona, con manifestaciones que se confundían con los actos institucionales, pues de hecho no se sabía dónde estaban parte de los representantes institucionales, si dentro o fuera de las instituciones, si estrechando manos o abucheándose a sí mismos en compañía de los manifestantes. “Ríete de la huelga general que tengo en Francia”, habrá pensado. “Si aquí está en huelga hasta el presidente de la Generalitat, que se salta los actos oficiales. ¿Querrán estos cabrones invadir Francia después de independizarse de España? ¿Anexionar las comarcas del Vallespir y el Rosellón a los Països Catalans?” Los pensamientos del presidente francés son inescrutables, casi tanto como los del presidente español, Pedro Sánchez, que debe de tener una libreta como la de José María Aznar donde hace croquis sobre el futuro de España, mejor que en un teléfono móvil hackeado. El problema del eslogan “ni España ni Francia” es que te desliga no sólo de tu tierra y de tus vecinos, sino de la Unión Europea, donde los países que huyen del totalitarismo y los ciudadanos del populismo quieren entrar y no salir. A los ciudadanos les interesan cosas concretas, y la política que influye en verdades concretas, por dolorosas que resulten, como el hallazgo en el cementerio de Reus de los que podrían ser los restos mortales de Cipriano Martos, según informaba Jorge Pastor en IDEAL. Natural de Huétor Tájar, Cipriano Martos fue detenido en 1973 por hacer propaganda del PCE y era considerado una de las últimas víctimas del franquismo. En el desenterramiento sí estuvo presente Pere Aragonés, presidente de la Generalitat de Cataluña. ¿Era consciente de hacer algo útil o se trataba de otro acto propagandístico? La política española mejoraría mucho si nuestros políticos dejasen de hacer eslóganes y se preocupasen de bucear en la historia, estudiarla y explicársela a los ciudadanos. Aunque sólo fuera su punto de vista sobre la historia, sobre la memoria personal y colectiva. Seguro que Antonio Martos, hermano de Cipriano, se ha sentido acompañado estos días, sin importarle el color político de las autoridades que están contribuyendo a darle paz a la familia. La memoria es algo que se toma muy en serio en Francia, donde siguen viviendo muchos descendientes de exiliados españoles. Una historia común es el mejor tratado de amistad.

IDEAL (La Cerradura), 22/01/2023

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