España es un país tan liberal, descentralizado y progresista que
incluso quieren independizarse las comunidades de vecinos. Pero no los propios
vecinos, que deben sacrificar las necesidades individuales por las colectivas. Como
les pide Ione Belarra a los empresarios, a los que tilda de capitalistas despiadados,
aunque creen riqueza y empleo y contribuyan con sus impuestos a sufragar los
gastos públicos y los servicios sociales, mucho más de lo que podemos pedirles
a algunos de nuestros ministros, cuya vida laboral fuera de la política brilla
por su ausencia. El Gobierno de España se parece también a una comunidad de
vecinos mal avenida, donde cada facción opina e incluso legisla por su cuenta. Quizá,
como en cualquier otra comunidad, no habría que aplicar los pactos de
legislatura, sino la ley de propiedad horizontal, que permite que algunas urbanizaciones
se conviertan en repúblicas independientes capaces de jorobar a los
copropietarios e impedirles que hagan lo que quieran en su casa, como plantar
en la terraza una bandera de España. ¿Cómo? ¿Que no puedo enarbolar en mi casa
la bandera de España? Pues se ve que en la urbanización El Soto, de Marbella,
no. Primero, por razones estéticas, y segundo, porque la mayoría de los
propietarios son ingleses que parecen haber colonizado la urba, aunque su país
ya no forme parte de la Unión Europea. ¿Aceptarían en Inglaterra que los
propietarios españoles impidiesen plantar a los ingleses en sus casas la “Union
Jack”? El administrador de la comunidad declara que se trata de una cuestión
estética y no de antiespañolismo, y que lo que se pretende con esta medida, con
amenaza de acudir a los tribunales incluida, es que “no haya un desmadre
comunitario y haya 70 banderas”. ¿Por qué no? Así quedaría mucho más bonita la
fachada, como la puerta de nuestras instituciones, donde suele haber tres o
cuatro ondeando al viento: la local, la autonómica, la nacional y la europea. Por
no hablar de todas las banderas reales e imaginarias que se ondean en el
Gobierno en contra del capitalismo. Según el gran Ambrose Bierce, en política,
un independiente es un enfermo de autorrespeto. Y se ve que en este país
fragmentario el ego y la puerilidad de nuestras ministras sólo son comparables
a los de los presidentes de algunas comunidades de vecinos. Gente que está por
encima de las banderas y de la propiedad, salvo que sean las suyas. También decía
Bierce que la imposición es un acto realizado con la máxima sinceridad por la
secta de los ladrones.
IDEAL (La Cerradura), 29/01/2023
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