Bond, James Bond. Ahora le ha tocado al espía, aunque al parecer la
editorial que dispone de los derechos de las novelas de Ian Fleming va a tener
la gentileza de publicar también las obras originales, sin cirugía estética.
Pero en un mundo artificial fabricado con comités de lectores sensibles y demás
algoritmos, habrá quien compre las copias censuradas. Antes o después todas
desaparecerán, pues por mucho que lo maquillen el personaje seguirá siendo
mujeriego, machista, alcohólico y un asesino, claro, lo que quizá debería
darnos que pensar. Porque en las redes sociales no se habla de esto, sino de
quién tomará el relevo de Daniel Craig en la saga, aunque haya quien siga
añorando a Sean Connery, Roger Moore o Pierce Brosnan. La policía del
pensamiento quizá quiera incluso eliminarlos de nuestros recuerdos para que
dejen de fumar, beber, follar y entretenernos. ¿Y por qué no va a poder ser una
mujer? En la última película ya había una 007 negra para romper estereotipos, y
no por eso era menos despiadado el personaje, que quizá es lo que atraiga a
miles de lectores y espectadores. A mí las novelas y las películas de James Bond
me parecen un cómic, aunque haya cómics que son verdaderas obras de arte. Hay
una confusión de base, quizá porque el arte se ha convertido en un objeto de
consumo. Como la literatura, empezando por la infantil. Si un autor quiere
escribir un libro dirigido a este público, por lo primero que deberá
preocuparse es por la lista de valores que promueven el ministerio y la
consejería de turno, que son seguidos a pie juntillas por las editoriales, que
lo que quieren es vender y que sus lecturas sean recomendadas por colegios y
profesores, vigilados también por la policía del pensamiento. Valores que son
los que se supone que siempre han existido en las obras clásicas, lealtad,
amistad, compañerismo, valentía, como en “La isla del Tesoro”, de Robert Louis
Stevenson, que si no fuera un clásico tendría serias dificultades para
publicarse hoy. Ni se publicarían si no son previamente adaptados los cómics de
los Pitufos, donde Pitufina debe lidiar como única hembra con 99 enanitos
azules. ¿Cómo? ¿Hembra? ¿Enanitos? ¿Azules? Al censor le faltará tiempo para
sacar el bolígrafo rojo o las tijeras. De hecho, hay quien ha escrito que la
comunidad pitufa es un “arquetipo de sociedad totalitaria embebida de
estalinismo y fascismo”. ¡Ay, de que estarán embebidos tantos críticos! Hay
buena y mala literatura, y demasiados policías. Incluso para James Bond.
IDEAL (La Cerradura), 12/03/2023
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