Olvidada
la pandemia, volvemos a las andadas. Ya no llevamos mascarillas ni aplaudimos a
los sanitarios y, según la comunidad autónoma, nos dedicamos a desmontar la
sanidad pública, que valorábamos tanto y ahora volvemos a despreciar. Ya no
tenemos propósitos de enmienda, y parece haberse apropiado de la sociedad un
indolente carpe diem que no mira al futuro, sino que se aferra al instante.
Pero es un momento insustancial, de una euforia vacía a nivel político, con
mascaradas en forma de moción de censura, una ópera bufa planeada para las
elecciones locales y autonómicas. Sólo si nos vemos al borde de la muerte somos
capaces de arrimar el hombro y remar para el mismo sitio. Pero si el peligro
desaparece nos preocupamos sólo de lo nuestro. Tenemos maestros entre los
corruptos, ese mal endémico no de la política española, sino de los políticos
con conciencia de clase, que son aquellos que acceden a la política no por
vocación de servicio público, sino para medrar y enriquecerse. ¿Cuántos
personajes como Antonio Navarro Tacoronte o Juan Bernardo Fuentes habrá en el
Parlamento? ¿Cuántos considerarán la política como un medio para conseguir
contratos públicos y ayudas europeas? Lo peor es el retrato de crápulas y
puteros de la historia más negra de España. La trama de corrupción tiene como
protagonistas a un diputado nacional, al director general de un gobierno
autonómico y a un general de la Guardia Civil, dicen los investigadores del
caso “Mediador”, como si dieran el reparto de una novela de Manuel Vázquez
Montalbán. Por no hablar de los empresarios que mendigaban sus favores. Migajas
y detritus de la política española. El verdadero dinero está en otra parte, en Países
Bajos, adonde se va Ferrovial, aunque haya obtenido 9.000 millones de euros
desde el año 1991 por adjudicaciones de obras públicas del Ministerio de
Fomento. Una multinacional que en la última década sólo ha contribuido por el
Impuesto sobre Sociedades en tres años: 2014, 2018 y 2019; los demás ha
declarado pérdidas. ¿Se podrían dar en el Congreso de los Diputados seminarios
sobre ingeniería financiera? Serían útiles para que sus señorías aprendiesen a
legislar para evitar la elusión fiscal y para que, puestos a corromperse, lo
hagan con cierta elegancia, enardeciendo a la junta de accionistas. Sin
embargo, los que trabajan ahora son los mismos que trabajaban durante la
pandemia: los sanitarios y otros profesionales tan denostados que mantuvieron
las cadenas de suministros. La sociedad se sobrepone a los virus y a la
corrupción. Aunque sólo sea olvidando.
IDEAL (La Cerradura), 5/03/2023
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