Truenos, relámpagos, lluvia, viento… El Día
de Difuntos se ha convertido en una pesadilla real por la gota fría que ha
asolado la Península, causando decenas de muertos en la Comunidad Valenciana,
Castilla-La Mancha y Andalucía, el corte de carreteras y muchos daños en
municipios de Murcia, Almería y Granada. Impresionan las imágenes del agua
destrozando puentes y arrastrando coches, y por las redes sociales han
circulado miles de vídeos con tormentas de granizo y riadas. Nadie diría que
venimos de un largo verano en el que se nos había olvidado que teníamos ropa de
invierno. Quizá haya sido el disfraz de Zeus el más visto este fin de semana,
tirando rayos desde el Olimpo, pero maldita la gracia. Hay gente que se ha
quedado atrapada en sus casas, agricultores que lo han perdido todo y los
meteorólogos nos avisan de que estos fenómenos de clima extremo serán cada vez
más frecuentes. Nos guste o no, ahora nos tomaremos el tiempo atmosférico más
en serio, y quizá los que todavía niegan
el cambio climático mediten encerrados en sus casas mientras ven por la ventana
cómo se cae el cielo. Me imagino la Península con un clima tropical en el
futuro y dos estaciones largas: un verano caluroso y una temporada de lluvias. ¿Nos
acostumbraremos? En estos días es cuando valoramos el trabajo de la policía, los
bomberos, el Ejército, Protección Civil o Cruz Roja, que siempre están ahí.
Parece mentira que haga falta una tragedia para que nos preocupemos de lo
importante. Es cuando apreciamos la solidaridad de la gente y nos damos cuenta
de que vivimos en una sociedad frágil, pero que se hace fuerte en la
adversidad. Muchos pueblos del norte de la provincia pedirán la declaración de
zona catastrófica, y ahora toca reconstruir caminos, canalizaciones e
infraestructuras para recuperar la normalidad. Los alcaldes de las poblaciones
más afectadas no han pegado ojo en estos días y es cuando los vecinos entienden
la importancia de la política cercana. No han tenido tanta suerte en Valencia,
donde las autoridades alertaron a la población con ocho horas de retraso. Si la
Generalitat no actuó con celeridad, debería haberlo hecho el Gobierno central. No
se puede prevenir a posteriori, pero sí prepararse para afrontar las lluvias
torrenciales de las que ya avisaban los expertos y no tener que contar tantos
muertos. Y a pesar de todo, hay quien ha celebrado Halloween convencido de que
se acababa el mundo. Ante la devastación y la muerte nos queda la solidaridad.
IDEAL (La Cerradura), 3/11/2024
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