lunes, 20 de octubre de 2025

Historia de fantasmas

El fantasma de Antonio llevaba doce años esperando a que sus vecinos se dieran cuenta de que había muerto. No me lo invento. Antonio Famoso Jiménez era un albañil jubilado de Valencia, separado y con dos hijos con los que se había enemistado y a los que había desheredado, con pocas relaciones sociales. Antonio llevaba muerto doce años, pero nadie lo sabía. ¡Que estoy muerto!, gritaba su fantasma por los pasillos del edificio, pero ni caso, oye. A la comunidad lo que le importaba era que Antonio pagara las cuotas y por eso lo habían llevado a juicio y embargado la cuenta de la que se cobraron 11.000 euros pendientes. ¡Que estaba muerto! Pues ni por esas. Los vecinos se quejaban del olor que salía de su casa, pero lo achacaban a las palomas que entraban por una ventana que se había dejado abierta. ¡Doce años sin cerrar la ventana! Pues se ve que tampoco eso levantaba sospechas, ni que no acudiera ya a las reuniones de la comunidad de vecinos. Al parecer, sólo el administrador pensó que a Antonio le podía haber pasado algo, pero la policía no hizo mucho caso. ¡Que estoy muerto!, seguía gritando el fantasma al lado del administrador. Pero nada. Hasta esta semana. Se ve que las lluvias han causado filtraciones en el edificio donde vivía Antonio, y el vecino de abajo se quejó por una gotera. ¡Que estoy muerto!, gritaba el fantasma. Y en su casa encontraron el cadáver los bomberos, entre kilos de basura y palomas muertas. Ni la Policía Científica ni el Grupo de Homicidios han hallado indicios de criminalidad en la muerte de Antonio, pero me imagino que no habrán tenido dudas sobre la soledad del hombre ni sobre su tristeza. El teléfono estaba descolgado, la puerta cerrada por dentro con pestillo y cadena. ¡Que me dejéis tranquilo!, gritaba el fantasma mientras el forense examinaba el cadáver y comprobaba que no había signos de violencia. ¡No me toquéis! Y aunque su cuerpo llevaba años momificado, Antonio seguía cobrando la pensión y pagando los recibos domiciliados en la cuenta bancaria. ¡Maldita burocracia!, gritaba el fantasma. Pero la Seguridad Social seguía a lo suyo y, como quizá no llegaba a los umbrales de renta, nadie lo echaba de menos tampoco por no presentar sus declaraciones del IRPF en la Agencia Tributaria. ¡Que estoy muerto!, gritaba el fantasma. Pues sí, Antonio, lamentablemente estás muerto. Y se ve que no eras el único. Qué ironía que te apellidases Famoso. Descansa en paz.

IDEAL (La Cerradura), 19/10/2025

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