lunes, 6 de octubre de 2025

Fraudes e iluminados

A pesar de los buenos indicadores económicos, España está en quiebra. Al menos, desde el punto de vista institucional. Gobernar sin presupuestos es privar al parlamento del control democrático e implica un fraude político, económico y social, pues no se explica de dónde se obtienen los recursos públicos ni a dónde se destinan, si es a educación, sanidad o defensa. Con presupuestos prorrogados gobiernan Pedro Sánchez en España y Salvador Illa en Cataluña, pero no es una cuestión solo del PSOE, pues el PP hace lo mismo en las comunidades autónomas de Aragón, Baleares, Extremadura, Murcia y Castilla y León. Se ve que les importa un bledo el sistema político y democrático establecido en la Constitución española y en los respectivos estatutos de autonomía. ¿Qué pasaría si hicieran lo mismo los ciudadanos? Probablemente dictarían la ley marcial, como Donald Trump, al que tanto critican y tachan de dictador por saltarse las leyes, como hacen ellos. Los procedimientos parlamentarios no son un capricho. Son la garantía de que los dirigentes no actuarán arbitrariamente. O se aprueban los presupuestos o se convocan elecciones. No hacerlo no es una cuestión de resistencia, sino de apropiamiento de las instituciones democráticas. Una cuestión personal, no de interés público. No hay justificación posible para saltarse las leyes y los procedimientos parlamentarios desde el poder. No valen los motivos ideológicos o de partido, y menos ampararse en el interés común, que es lo que precisamente tratan de proteger las normas. La mejor manera de salvaguardar la democracia, que tanto decimos defender en los foros internacionales, es cumpliéndolas. Pero la democracia se está convirtiendo en otra cosa, y en ese contexto no extraña oír a la diputada granadina Paqui Santaella llamar a Pedro Sánchez santo. “Algún día lo haremos santo o lo elevaremos a los altares, cada uno elige a sus santos”.  En eso tiene razón, y sin duda lo ha dicho con la mejor intención y defendiendo las políticas sociales. La cosa tendría gracia, si no fuera sintomático. Porque hay quien piensa que defender al líder y al partido es un sacramento. Y así nuestros políticos se convierten en popes que creen conocer de manera exclusiva el camino a la salvación social. Ambrose Bierce definía al santo como al pecador difunto, corregido y revisado. Pedro Sánchez no puede aprobar la ley de presupuestos, pero quizá obtenga el Premio Nobel de la Paz, como ha pedido el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática de España, Ángel Víctor Torres. Asistimos ya a una política de iluminados.

IDEAL (La Cerradura), 5/10/2025

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