lunes, 22 de diciembre de 2025

Lenguajes

En una época en la que los futuros distópicos parecen cada vez más presentes, quien primero nos felicita por nuestro cumpleaños es el teléfono móvil, después los bancos o las marcas comerciales, las compañías de viajes donde hemos introducido nuestros datos alguna vez y, con suerte, algún ser humano que ha guardado en su agenda los aniversarios de familiares y amigos. Lo peor es que llegues a emocionarte con ese video de felicitación creado con inteligencia artificial y tus datos personales desperdigados por la red para construir un avatar que tiene una vida tan larga como la tuya, pero, por lo que se ve, mejor documentada. Y es más guapo que tú, por lo que quizá tu doble tenga novio o novia, se haya casado y tenido descendencia y no te hayas enterado. Lo mismo que aparecen esos mensajes de la dimensión artificial en tus pantallas, puede que un día te encuentres con algunos hologramas paseando por la casa, recordándote los ingredientes para hacer el pastel de chocolate, la clave de la tarjeta de crédito, los gustos de tu madre o de tu mujer y el regalo perfecto o de moda que, según cuenta la prensa rosa, estas Navidades puede ser un “satisfyer”. ¿Deberían haber incluido esta palabra en el diccionario de la lengua junto a crudivorismo, microteatro, milenial o turismofobia? Si se trata de recoger los nuevos usos y costumbres, puede que sí. Aunque a veces no es necesario. Los trogloditas ya practicaban ese hábito de alimentarse con productos crudos o sin procesar, y otras como “gif”, “hashtag”, “mailing” y “streaming” eran extranjerismos comunes. Los mileniales, a los que han definido como las personas nacidas en las últimas décadas del siglo XX, ya se expresan en varias lenguas que van mezclando en función del contexto, por lo que no sé si hay que ampliar indefinidamente el diccionario de la RAE, aunque se trate de la versión electrónica. En un país como España, donde distintas lenguas han coexistido y evolucionado durante siglos, las reglas o las imposiciones nunca han surtido efecto y, según el territorio, la población ha seguido hablando castellano, catalán, vasco, gallego e incluso árabe, una lengua de la que incorporamos unas 4.000 palabras y que vuelve a oírse en nuestras calles. Pero también hay, sobre todo en esferas políticas, quienes hablan un lenguaje que sólo entienden ellos mismos. Esas personas que, como escribiera uno de los padres de la ciencia ficción, piensan que lo saben todo y resultan una molestia para quienes nos conformamos con intentarlo.

IDEAL (La Cerradura), 21/12/2025

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