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lunes, 2 de diciembre de 2024

Distópicos

Se ha vuelto un tópico decir que vivimos una distopía, pero después de que sea un ingrediente básico de novelas, películas y series, la violencia forma parte, al parecer, de nuestras vidas. Resultan sintomáticas las noticias de sucesos de Granada de los últimos días: batalla campal en un campo de fútbol, paliza a la salida de un instituto, disparos sobre taxistas o a los espectadores de competiciones deportivas. Malestar y rabia que sale a la superficie en cuanto escarbamos un poco. ¿Nos pelearemos en nuestras calles por la gasolina como en “Mad Max”? No debe de ser una casualidad que los estándares del gusto se desmoronen con los de la educación a una velocidad pasmosa. Los politólogos se asombran de los resultados electorales en muchos países europeos, el último Rumanía, donde también avanza la extrema derecha, y hablan de la influencia en el voto de personajes oscuros que controlan las redes sociales, donde no existen filtros, como tampoco en los contenidos que emiten algunas plataformas, donde abundan las atrocidades fílmicas para adolescentes, una edad que ya llega hasta los cincuenta años. ¿Las premiaremos en la gala de los Goya? Granada quiere parecerse a Málaga en la celebración de eventos de relumbrón que cuestan mucho y aportan poco, pero si hacemos caso a AENA, pronto viviremos “Blade Runner”, con aerotaxis eléctricos que cubrirán los trayectos entre las dos ciudades. Tendría gracia que, después de todo, no echáramos de menos el tren o el autobús, y que podamos viajar también a Alicante o Madrid cogiendo el transporte en la azotea de nuestra casa. Aunque si tenemos que aderezarla con un poco de violencia, quizá sea “Desafío total”, y no me extrañaría que, como en la película, tuviéramos que irnos hasta Marte para arreglar los problemas de la Tierra. Allí quiere viajar Elon Musk, que podría llevarse con él a Donald Trump para ahorrarnos disgustos. Total, si atendemos a sus declaraciones, en el planeta rojo se encontrarán con el presidente del Gobierno y buena parte de la clase política española, que ignoran por decreto ley lo que hacen sus subordinados. Como en las películas malas, parece haber público para regodearse en la incompetencia y la inanidad, hasta convertirnos en expertos en lenguaje del fango, en el que ya se han doctorado algunos. En ese contexto, no me sorprende que algún cafre quiera emular a Michael Douglas en “Un día de furia”. Hay películas y utopías tan perniciosas que causan estragos. Tanto el cine como la política pueden ser el lenguaje del fin.

IDEAL (La Cerradura), 1/12/2024

lunes, 4 de julio de 2022

Viviendas

Lo que ocurre en España con la ocupación y concretamente en Granada con la Casa del Aire parece el argumento de la película “Mad Max”, donde los supervivientes al cataclismo nuclear en la tierra se pelean por los últimos recursos disponibles: combustible, vehículos y viviendas. Asaltan casas, roban, trapichean con drogas, organizan fiestas de madrugada y lo mismo luego las queman, como temen en el barrio del Albaicín. Pero también hay quien busca chalés o pisos vacíos para ahorrarse el alquiler, e incluso hay quien firma contratos que luego no paga y deja tras de sí un rastro de deudas por muchas ciudades españolas. Hay empresarios que vendieron urbanizaciones que no terminaron de construir y que quedaron como esqueletos en las costas y una losa en la economía de algunas familias. Y ocupas que siguen estrictamente el protocolo para no ser expulsados: buscar inmuebles de entidades financieras, poner suministros a su nombre o pedir comida a domicilio. Se trata de evitar la intervención de la policía, que sólo efectúa el desalojo inmediato si hay delito flagrante, pues si no hay que esperar al proceso de desahucio y a la autorización judicial, que puede tardar hasta un año. Mientras tanto, si los dueños cortan la electricidad para echar a los inquilinos no deseados, pueden ser acusados de un delito de coacciones. La confusión es múltiple porque, aunque se proteja el derecho constitucional a una vivienda digna, debería exigirse siempre un título legítimo para ejercerlo, no necesariamente la propiedad, puede ser un alquiler o una cesión por parte de las administraciones públicas, que deberían promover la vivienda protegida para las personas vulnerables o en riesgo de exclusión social, pero no trasladar esa responsabilidad ni esa carga patrimonial a los ciudadanos. Al parecer, ése es el objetivo del proyecto de Ley por el Derecho a la Vivienda, pero mientras se aprueba o no en el Congreso a los ciudadanos afectados sólo les cabe acudir a la vía civil o a la vía penal. Luego está la vía “Mad Max”, que es la que lamentablemente utilizan algunos ocupas con la complicidad de fuerzas políticas que confunden el Estado democrático con la desaparición de la propiedad privada. Hablar de los derechos sociales en España produce una sensación de “déjà vu”, porque resulta imposible llegar a acuerdos políticos en las cuestiones más básicas. Sin embargo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pide a los ciudadanos que se preparen “para cualquier escenario”. Y, atrincherados en sus casas, los ciudadanos piensan: “Nosotros, preparados. Ahora, prepárate tú”.

IDEAL (La Cerradura), 3/07/2022