Nuestro
gusto por la España de la pandereta se ha revelado de nuevo esta semana con la
muerte de la Duquesa de Alba, que los medios parecen haber acogido como un
bálsamo, aunque no se trate de una buena noticia. Pero qué alivio poder dejar
de lado los casos de corrupción y pintar otra vez esa España de toreros,
cantantes, modistos y famosos que acuden junto a miles de personas anónimas a
darle el último adiós a Cayetana. Y encima en la catedral de Sevilla. ¡Olé! Lo
que me ha llamado la atención es la coincidencia en el juicio sobre la difunta,
ya viniera de periodistas o políticos. “Era una mujer libre. Siempre hizo lo
que quiso”. Algo que no debe ser muy difícil teniendo dieciocho títulos
nobiliarios a la espalda y un patrimonio digno del tesoro nacional. Lo difícil
es ser independiente sin tener un puto duro, pero ese es otro tema, claro está.
Cómo nos consuela saber que la mayor parte del patrimonio de la Casa de Alba,
valorado entre dos mil doscientos y tres mil doscientos millones de euros, está
exento del pago del Impuesto sobre el Patrimonio, ya que está formado por
bienes del Patrimonio Histórico Español, y que tampoco se van a llevar ningún
susto por causa de esta herencia los herederos, ya que en la Comunidad de
Madrid la cuota del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones está bonificada en
un 99%. Gracias a estas noticias aprendemos Derecho Financiero y Tributario.
Porque se nos hacen los ojos chiribitas cuando las cámaras recorren el Palacio de
Liria y el Palacio de Monterrey y el Palacio de Dueñas y los castillos de Coca
y Alba de Tormes, entre las más de cuarenta propiedades nobiliarias que
circulan por la prensa. O cuando aprendemos que las fincas familiares de unas
34.000 hectáreas están gestionadas a través de sociedades anónimas que reciben
subvenciones europeas de la Política Agraria Común. ¡Ay! Cómo nos gusta el
flamenco. Total, si el dinero no da la felicidad y para limpiar un palacio
tienes que dedicarle al menos una semana, se dirán algunos en sus casas. Pero
qué envidiosillos somos, otra cosa bien grande en España. La otra parte de los
periodistas dedicados al papel cuché estaban apostados en la finca Cantora,
esperando a ver cómo salía Isabel Pantoja para dirigirse a la cárcel. Pero no
sé hasta qué punto esta señora compartirá los valores de la aristocracia,
además de las portadas de la prensa rosa. Vaya retrato de la España democrática.
IDEAL
(La Cerradura), 23/11/2014
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