Quizá
sea una buena idea convertir en costumbre regalar series y películas a nuestros
responsables públicos, para que mediten sobre la realidad política. La ha
inaugurado Pablo Iglesias con “Juego de tronos”, que le ha comprado al rey. No
ha sido muy sutil el hombre, pero no solemos serlo los españoles, que quizá les
regaláramos a Rodrigo Rato y al presidente del PP y actual presidente del
Gobierno “Los ladrones van a la oficina”, una gran españolada. A Gaspar
Zarrías, que acaba de proclamar su desconocimiento sobre los ERE, le daríamos
“El padrino”, y a la jueza Mercedes Alaya “True detective”. Viendo lo que ha
pasado esta semana en el parlamento de Andalucía, podríamos regalarles a Juanma
Moreno y a Carlos Rojas “Con faldas y a lo loco”, por eso de acompañar como sea
a Susana Díaz, que la verdad es se parece poco a Marilyn Monroe. A ella le iría
más bien “Aquí no hay quien viva”, teniendo en cuenta lo que ocurre en el PSOE
andaluz y en la Junta de Andalucía. Ya que aún no hay versión cinematográfica
de “Pepe Gotera y Otilio”, al alcalde de Granada le regalaría “Mortadelo y
Filemón”, protagonizada por dos concejales de cuyo nombre no quiero acordarme. En
la plataforma Vamos Granada se ha convertido en película de cabecera “Las
amistades peligrosas”, y Rosa Díez no deja de ver en la sede de UPYD “Aterriza
como puedas”. Además de a Naranjito y los vídeos del Mundial de España de 1982,
Albert Rivera ve “El Cid”, y como Charlon Heston reflexiona sobre el modo de
permanecer bien tieso en el caballo frente a los enemigos, incluso después de
muerto. “The Walking Dead” es una serie ejemplar en varios partidos políticos,
cuyos dirigentes repiten las mismas ideas desde hace unos cien años con los
ojos abiertos como platos, tambaleándose y devorando el cerebro de sus
víctimas. Teniendo en cuenta la cara que se le quedó en la primera sesión del
parlamento andaluz y que durante los próximos cuatro años tratará de descubrir
quiénes son los replicantes, a Teresa Rodríguez le regalaría “Blade Runner”,
otra buena película para Paco Cuenca, que nunca ha podido saber si el alcalde
es un ciborg que se presenta a las elecciones una y otra vez como “Terminator”.
Pero el problema de todo esto es que no se trata de ninguna película ni de
ninguna serie, sino que así es la realidad española. Mientras tanto, los
ciudadanos permanecemos atónitos frente a la pantalla. Nos merecemos el Oscar.
O al menos un Goya.
Ideal
(La Cerradura), 19/04/2015
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