Convencidos de que ya estamos en
campaña electoral, algunos políticos se disponen a aburrir hasta a las piedras,
ya que son incapaces de hablar como ciudadanos. Sólo así se explica que repitan
mecánicamente la misma retórica para los mismos oídos, las mismas frases hechas
que insultan no ya por su falta de inteligencia, sino por su falta de
convicción. ¿Cuántos políticos practican la oratoria? La mayoría no saben
hablar sin leer el guion en un papel, y los que no lo leen repiten como robots
las mismas fórmulas declamatorias. Por llamarlas de alguna manera, claro, pues
si uno escucha hablar a Rajoy sobre algo tan grave como el problema catalán, lo
primero que piensa es que no es ése el mayor problema que tiene España. ¿Son
así? ¿No saben explicar la realidad? ¿Nos mienten? ¿No dan para más? Una de
dos, o los políticos que hablan de ese modo están convencidos de que se dirigen
a analfabetos o ellos mismos son analfabetos. Y no sé qué es peor, aunque es
cierto que hay gente que los vota, tal vez por desesperación, o porque está
convencida de que esta clase política es la única posible. El caso de Granada
es paradigmático. Llevamos con el mismo alcalde más de doce años. Al parecer, da
igual si en su gestión hay sospechas de corrupción, si imputan a la concejala
de urbanismo, si se reduce de manera asombrosa una sanción por las
irregularidades urbanísticas de un inmueble en la calle Obispo Hurtado del que
el propio alcalde, Torres Hurtado –sólo le falta ser obispo-, forma parte de la
comunidad de propietarios. Aunque no es nada sorprendente, si pensamos que la
persona que estaba llamada a comandar el cambio político en Granada, Luis
Salvador –otra vez nos rechina el apellido-, es la que lo mantiene el poder. La
misma persona que dijo que Torres Hurtado no iba a continuar siendo alcalde de
Granada. ¿Algún granadino que no sea un cínico o un desmemoriado va a votar a
Ciudadanos en la provincia, siendo Salvador el número uno de la lista de este
partido al Congreso? ¿Cómo puede hablar este hombre de regeneración
democrática? ¿La del alcalde o la de él? ¿Se refiere quizá a su deriva
política? La primera condición para cambiar la realidad es conocerla. Pero los
ciudadanos sólo acertamos a sospechar cuál es la realidad. Entre otras cosas,
porque demasiados políticos no hablan de ella. Nos mienten el pasado y nos
mienten el presente. Enmascaran la realidad. Pero nos sobran los políticos
enmascarados.
IDEAL
(La Cerradura), 15/11/2015
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