Convencido de que somos
una gran ciudad turística, el Ayuntamiento de Granada sólo limpia las calles
del centro, lo que nos revela su idea de ciudad, formada únicamente por una
cruz cuyo brazo más corto va desde el Paseo de los Tristes al Camino de Ronda y
el más largo desde la Caleta al Realejo. Así, la gente no puede salirse de ese
trazado ni de este martirio, pues si lo hace se precipitará sobre un abismo de
mierda. Barrios como la Chana, los Pajaritos o Doctores y calles como Arabial o
Gonzalo Gallas deben de estar habitadas por gente de malvivir, esa que no vota
al alcalde, y por eso se limpian con suerte cada dos semanas. Y si uno tiene la
desgracia de tener por vecino a un cerdo o a varios cerdos que no recogen las
cacas de su perro, estará condenado a tener que esquivarlas en la acera al
menos durante quince días –los he contado-, o quizá a hacer un estudio
biológico sobre la putrefacción paulatina de estos excrementos y otro
psicológico sobre los excrementos producidos por la mente humana. Y para qué
hablar de las colillas, convertidas en fósiles, como los propios fumadores. En
las películas de detectives la investigación de la basura suele proporcionar
muchas pistas sobre el sospechoso, y la nuestra revela a seres adictos al
tabaco, el plástico y los pañuelos de papel, y que últimamente hacen sus
necesidades en la calle, algo que me asombraba en otras partes del mundo menos
afortunadas que el sur de España. Porque hay que ser guarro –y cada vez más-,
desde el que deja la mierda o el papel en el suelo hasta el responsable último
de los servicios de limpieza que no hace o no le dejan hacer su trabajo, toda
una cadena de excrementos. Pero es que claro, hay que limpiar el botellódromo todos
los fines de semana, y la plaza del Carmen, donde últimamente van a celebrar
despedidas de soltero. ¿Será por eso que dicen que está en las últimas el pacto
de gobierno? Muy mal tienen que ir las cosas si no hay dinero para cubrir los
servicios públicos básicos como la limpieza, esos que justifican la existencia de
la corporación municipal. ¿Smart city? ¿Ciudad cultural? ¿Rutas gastronómicas?
No sé si una ruta de la mierda tendría valor turístico en alguna feria. Pero
tal como anda el mundo, lo mismo alguien viene para revolcarse en ella. Porque,
en demasiados aspectos, volvemos a vivir en la Edad Media.
IDEAL (La Cerradura), 29/11/2015
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