Pues
resulta que “Rebelión en la granja”, la novela de George Orwell, no era una
sátira despiadada del estalinismo, sino una obra de anticipación. El cerdo
Mayor o alguno de sus hermanos ha llegado a la Organización Mundial de la
Salud. De ahí el empeño en que sólo comamos algas e insectos. ¡Que nos quieren
quitar el jamón! Por fin hemos encontrado un lema revolucionario digno de
nuestra época. Tú sí que eres cancerígeno…, le han dicho al funcionario que ha
redactado el informe que pretende eliminar la carne y los embutidos de nuestra
dieta. Sesenta gramos, sesenta gramos, ¡y dos días a la semana! El pobre debe de
estar escuchimizado, comiendo todos los días en esos restaurantes de cocina
creativa donde te sirven los platos en una cucharilla de café. ¡Se va a comer
las cucarachas tu padre! Que nosotros seguiremos con nuestras tostadas de
aceite, tomate y jamón de tu otro pariente. Si es que este mundo ha pasado de
“light” al modo gilipollas, que es como va ahora la gente por la calle, mirando
el móvil y chocándose con los demás. Si hace unos años nos cuentan que nos
íbamos a alimentar fundamentalmente de ondas electromagnéticas no lo hubiéramos
creído. ¡Eso sí que es cancerígeno! Tener todo el día pegado un aparato emisor
y receptor de radiofrecuencias al cerebro. Y se nota en el discurso de nuestros
políticos, que están más unidos que nunca gracias a Artur Mas y a Jordi Pujol,
que cuentan las malas lenguas que todos los días desayuna unas lonchas de
butifarra. Por eso tiene tanta mala leche y ha robado a los catalanes un tesoro
digno de un rey. ¡Viva la independencia! Y es que la vida se convierte en una
cosa muy triste si no tenemos un par de chorizos en la actualidad o en el
plato, aunque yo soy más de morcilla. A ver, el lunes la acompañé con huevos
fritos y papas a lo pobre, el martes comí un San Jacobo y el miércoles un
chuletón de Ávila, el jueves lomo adobado y el viernes pescaíto frito, para no
abusar. Huelga decir que ayer sábado comí de tapas, en las que había una amplia
variedad de embutidos, sobre todo en La Cueva, donde me pusieron salchicha
blanca y queso de cerdo. No sé si fue entonces cuando brindé por el verraco
Mayor y canté: “¡Bestias de todo país y clima! ¡Oíd mis gozosas nuevas que
cantan un futuro feliz! ¡Todos los animales son camaradas!” Menudo grito de
guerra.
IDEAL
(La Cerradura), 1/11/2015
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