lunes, 2 de noviembre de 2015

¡Rebelión!

Pues resulta que “Rebelión en la granja”, la novela de George Orwell, no era una sátira despiadada del estalinismo, sino una obra de anticipación. El cerdo Mayor o alguno de sus hermanos ha llegado a la Organización Mundial de la Salud. De ahí el empeño en que sólo comamos algas e insectos. ¡Que nos quieren quitar el jamón! Por fin hemos encontrado un lema revolucionario digno de nuestra época. Tú sí que eres cancerígeno…, le han dicho al funcionario que ha redactado el informe que pretende eliminar la carne y los embutidos de nuestra dieta. Sesenta gramos, sesenta gramos, ¡y dos días a la semana! El pobre debe de estar escuchimizado, comiendo todos los días en esos restaurantes de cocina creativa donde te sirven los platos en una cucharilla de café. ¡Se va a comer las cucarachas tu padre! Que nosotros seguiremos con nuestras tostadas de aceite, tomate y jamón de tu otro pariente. Si es que este mundo ha pasado de “light” al modo gilipollas, que es como va ahora la gente por la calle, mirando el móvil y chocándose con los demás. Si hace unos años nos cuentan que nos íbamos a alimentar fundamentalmente de ondas electromagnéticas no lo hubiéramos creído. ¡Eso sí que es cancerígeno! Tener todo el día pegado un aparato emisor y receptor de radiofrecuencias al cerebro. Y se nota en el discurso de nuestros políticos, que están más unidos que nunca gracias a Artur Mas y a Jordi Pujol, que cuentan las malas lenguas que todos los días desayuna unas lonchas de butifarra. Por eso tiene tanta mala leche y ha robado a los catalanes un tesoro digno de un rey. ¡Viva la independencia! Y es que la vida se convierte en una cosa muy triste si no tenemos un par de chorizos en la actualidad o en el plato, aunque yo soy más de morcilla. A ver, el lunes la acompañé con huevos fritos y papas a lo pobre, el martes comí un San Jacobo y el miércoles un chuletón de Ávila, el jueves lomo adobado y el viernes pescaíto frito, para no abusar. Huelga decir que ayer sábado comí de tapas, en las que había una amplia variedad de embutidos, sobre todo en La Cueva, donde me pusieron salchicha blanca y queso de cerdo. No sé si fue entonces cuando brindé por el verraco Mayor y canté: “¡Bestias de todo país y clima! ¡Oíd mis gozosas nuevas que cantan un futuro feliz! ¡Todos los animales son camaradas!” Menudo grito de guerra.
IDEAL (La Cerradura), 1/11/2015

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