Yo
creo que, en el fondo, Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, Pablo Iglesias y Albert
Rivera se quieren. Incluso que son pareja de hecho, y que se dan tantos besos
en privado como Pablo Iglesias y Xavier Domènech en público. Se nota en el
lenguaje que utilizan para insultarse mutuamente, como si llevaran casados
veinte años. O como si llevasen veinte años viendo la tele, convencidos de que
los ciudadanos no hacemos otra cosa. De ahí las expresiones directas,
sencillas, televisivas, de todo un Congreso de los Diputados convertido en
plató: “pasa palabra”, “la naranja mecánica” o “el hombre del cambio”, cuando
en realidad lo que necesitemos en un hombre del tiempo, o un vidente, que nos
adelante el futuro. Aunque también podría ser un médium para hablar con los
muertos, pues Pablo Iglesias tildó a parte de la bancada como “hijos del
totalitarismo”, como si él no lo fuera. Pero se ve que ésa es la manera de
acercarse al pueblo. Y ¿qué pueblo será ése? Porque se trata de una respuesta
que cambia según cuál sea el portavoz y el partido político que la conteste,
quienes, sin embargo, tienen en común una puesta en escena digna de Corazón,
corazón o Sálvame. Y aquí hay que reconocerles la iniciativa a Podemos y Pablo
Iglesias, porque lo de Pedro Sánchez es un socialismo suflé: antes de sacarlo
del horno, ya se nos ha desinflado el bizcocho. Hasta este columnista se
contagia del nuevo lenguaje político. Y en eso tienen mucho que ver Albert
Rivera y Ciudadanos; en lo del suflé, me refiero, porque no son capaces de articular
un pacto sólido. El Ayuntamiento de Granada es un ejemplo. Y la Junta de
Andalucía es otro. En los dos casos ha contribuido a apuntalar el viejo régimen
en el poder, y como régimen debemos entender en democracia cualquier mandato
del mismo partido político que dure más de ocho años. ¿Qué decir de doce o
treinta y siete? Aunque aquí en el sur las administraciones son más bien
cortijos, y la prueba la tenemos en esos regidores que se comportan como
caciques, y que si van a inaugurar un acto cultural a la cena posterior se
llevan a sus amigos. Porque no nos duele el dinero público, y hay quien cree
que en los festivales de cine siempre se homenajea al Padrino. Al recoger el Oscar,
Leonardo DiCaprio afirmó: “Necesitamos trabajar juntos y dejar de procrastinar”
(eso dijo, lo juro). Pero no se refería al cambio climático, sino a la política
española.
IDEAL
(La Cerradura), 6/03/2016
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