Pues
parece que por fin corre un poco de aire en Granada, donde se canta con José
Mercé, y lo mejor es que sopla desde el Ayuntamiento. “Abre la ventana que
avive/ la mañana al cuarto y la cocina”, dicen; e incluso lo cantan algunos
funcionarios del área de Urbanismo, acosados por ser honrados, por denunciar a
los que se asombran de la sonrisa canina que han descubierto en el espejo
público. Pero seguimos cantando con José Mercé: “Aire, aire, /pasa, pasa/ que
tenga la puerta abierta/ la alegría de mi casa”. Y un ejemplo, aunque sin
muchas alegrías ya, lo tenemos en el Centro Lorca. A Francisco Cuenca le han
bastado dos reuniones para desbloquear la llegada del legado a Granada. Tal
vez, porque lo único que le preocupa al actual gobierno municipal sea que
funcione realmente el Centro, y no cambiar los estatutos para relegar a la
Fundación –verdadera impulsora del proyecto- y que determinados personajes lo
dirijan. Es la idea que algunas personas –con sus máscaras teatrales, más
trágicas que políticas o poéticas, lamentablemente nada cómicas- tienen de la
gestión pública, que confunden con una gestión interesada, esa que realiza el
Padrino asesinando la honradez y el talento. Lo que el Código Penal define como
prevaricación, que es tan común en la política como en la economía o en la
cultura, donde también suele practicarse la ley del silencio. Porque los egos
se inflan y se desinflan del mismo modo en cualquier ámbito, y los peces globo
no saben conseguir nada por sí mismos. ¿Igualdad, mérito, capacidad, publicidad?
La fortuna es tan arbitraria que hay quien no duda en acudir a quien no tiene
más empeño que procurársela, que ya no cree nadie en el infierno. Y eso, a
pesar de Quevedo: “¡Pues la gentecilla que hay en la vida y las costumbres!
Para ser rico habéis de ser ladrón, y no como uno quiera, sino que hurtaréis
para el que os ha de envidiar el hurto, y para el que os ha de prender, y para
el que os ha de sentenciar y para que os quede a vos. Si queréis medrar habéis
de sufrir y ser infame. Si sois pobre, nadie os conocerá; si sois rico, no
conoceréis a nadie. Si uno vive poco dicen que se malogra; si vive mucho, que
no siente. Para ser bien visto habéis de ser malhablado y pródigo…” Eso contaba
en “El discurso de todos los diablos”. Algún día, también hablarán en Granada;
pero, mientras tanto, que corra el aire.
IDEAL
(La Cerradura), 22/05/2012
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