lunes, 23 de enero de 2017

Disciplina municipal

Si en Granada los ciudadanos afrontasen todos los problemas como el de la fusión hospitalaria, hace tiempo que la ciudad sería una capital europea, moderna y bien comunicada. Pero son muy pocas cosas las que nos preocupan de un modo esencial, y en la mayoría de las ocasiones nos dejamos llevar por la inercia o la apatía, nos preocupamos por el qué dirán o por la disciplina de partido. Lo ha demostrado Paco Cuenca, que ha perdido una oportunidad magnífica para encabezar las manifestaciones y erigirse como el alcalde de Granada y no como un mero representante del PSOE andaluz, que es lo que parece ahora. Pero es un mal endémico de los políticos españoles el creer que no se deben a los ciudadanos, sino a su partido. De ahí que nuestras Administraciones públicas y las instituciones en general sean ineficaces, y que para tomar cualquier decisión se sientan agarrotadas, si no artríticas, por muy joven que sea aún nuestra democracia. Porque sobre los responsables públicos pesan demasiadas consignas y pleitesías, y apenas saben desenvolverse solos, ya que antes deben despojarse de esa camisa de fuerza mal llamada disciplina de partido. La disciplina es otra cosa. Es poder elegir libremente entre las opciones posibles y poner todo tu empeño en la que crees más justa. Es tener el coraje de llevarla a cabo independientemente de lo que piensen –o te manden- los demás. Sin embargo, lo habitual es que nuestros políticos no actúen según sus convicciones personales, sino siguiendo las directrices del partido, y de ahí la desconexión existente entre estas organizaciones y los políticos en general con los ciudadanos. Actualmente, en España, las noticias políticas destacadas no son sobre las propuestas de los partidos para afrontar los problemas económicos y sociales, sino sobre las guerras de poder internas o los métodos para elegir a los candidatos, desde el PP a Podemos, pasando por el PSOE, IU y Ciudadanos. Y cómo nos aburren los conflictos entre Susana Díaz y Pedro Sánchez o Patxi López, entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón o entre Sebastián Pérez y Juan García Montero, por darle color local a esta telenovela. A los ciudadanos lo que nos importa es que nuestros políticos trabajen para solucionar los problemas de la sociedad. Y si para eso hace falta encabezar manifestaciones, pues allí deben estar. Granada ha sido una ciudad tan apática y disciplinada que parecía una estatua. Hasta ahora. Pues el movimiento popular y la fuerza de sus reivindicaciones han contagiado hasta a Sevilla y Málaga. Eso es hacer política.

IDEAL (La Cerradura, 22/01/2017)

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