En
las redes sociales, cualquier novedad se convierte pronto en un tópico. A
fuerza de repetirlos, lo términos se vacían de contenido, y los “hastag” son
como cachivaches que vagan por la red, si es que alguna vez tuvieron utilidad y
sentido. En este principio de año ha ocurrido con el término “posverdad”,
neologismo que el Diccionario de Oxford había señalado como palabra del 2016, y
que tiene un significado tan ambiguo como: “Denota circunstancias en que los
hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los
llamamientos a la emoción y a la creencia personal”; y que algunos pronunciaban
–o tecleaban más bien- con una solemnidad que hacía saltar las lágrimas. Como
si no hubieran existido siempre la verdad y la mentira. Como si no hubieran
sido grandes mentiras las que han cambiado la historia, en España, sin ir más
lejos, un país parcialmente amnésico, donde desde la Transición se nos miente
diariamente. Con el rescate bancario, por ejemplo, que aunque según el presidente
y la vicepresidenta del Gobierno y el ministro de Economía nunca se ha
producido, el Tribunal de Cuentas ha cifrado en más de 60.000 millones de euros,
de los cuales 40.000 los han aportado los ciudadanos españoles vía impuestos,
concretamente 899,4 por cabeza. Es el timo de la crisis económica. Made in
Spain. O el concepto populismo, que significa una cosa u otra según quien lo
utilice, desde Mariano Rajoy a Pablo Iglesias, que a día de hoy resultan igual
de populistas. Y es que el ámbito de la política y el de las redes sociales se
asemejan mucho, de ahí que Podemos las haya utilizado hasta la extenuación para
hacer política, y de ahí también que su discurso se haya vaciado por completo.
Porque aquí la peña no para de hablar, pero ¿dice algo sensato? Mariano Rajoy,
que tiene esta palabra siempre en la boca, la identifica con recortes, subida
de impuestos y sacrificios, que curiosamente siempre tienen que hacer los
mismos. Sí lo parece Sebastián Pérez cuando afirma que Granada es una ciudad
sucia, aunque el PP tuviera igual de descuidados los barrios. Sólo hay que
pasear por el de los Pajaritos, lleno de excrementos, no sabe uno si de los
perros o de sus dueños. Tal vez porque está al lado de los juzgados de la
Caleta, donde se airea la corrupción municipal. La gente no tiene tiempo para
nada, pero sí para twittear que no tiene tiempo. Menudos pájaros. Del pico
cerrado no salen twitterías.
IDEAL (La
Cerradura), 15/01/2017
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