viernes, 6 de enero de 2017

Todos estaban vivos

Javier Bozalongo ya había mostrado sus dotes para la narración en libros de poemas como “La casa a oscuras” (Visor, 2009), donde encontrábamos verdaderas historias mínimas contadas en verso y que transcurrían en espacios que guardan todo un mundo reconocible en los viajes y en las habitaciones de una casa. Algo que también ocurre en “Todos estaban vivos” (Esdrújula Ediciones, 2016), su primer libro de relatos, donde, siguiendo con la confluencia de géneros –la corta distancia que puede haber entre un poema y un microrrelato, o entre un aforismo y un verso- también hay un poema-historia, titulado “¡Sí quiero!”, que comparte con el resto de las veintiséis piezas que lo componen el gusto por la la sorpresa y el redescubrimiento de lo cotidiano.
Se trata de “la chispa de lo maravilloso”, como destaca acertadamente Santiago Espinosa en el prólogo de “Todos estaban vivos”, un título que ya de por sí le da la vuelta a nuestra idea de la muerte y de la existencia, saturada de maneras de morir, al menos en lo que a la narrativa contemporánea se refiere. Así, los relatos de este libro son revelaciones que ponen patas arriba la realidad, mostrándonos el lado más ácido y sarcástico de la vida y que quizá sea el que nos hace más humanos, con vicios y defectos que nos sirven, fundamentalmente, para reírnos de nosotros mismos.
Porque “Todos estaban vivos” es pura risa, aunque, a veces, en determinadas situaciones, se nos quede congelada en la cara. Todo depende de cómo afrontemos la muerte del padre, la próxima boda o los trámites del divorcio, las dificultades en el trabajo o para llegar a fin de mes, lo que puede convertirnos en suicidas o en asesinos, en hombres menguantes que descubrirán, a la postre, que ya no hay nadie de quien defenderse, o incluso en sufridos poetas que, a pesar de todo, siguen estando vivos.
La escritura y la lectura constituyen una terapia, o una risoterapia, quizá, si las cosas más ordinarias son extraordinarias. Y como el propio Javier Bozalongo escribía en “Poética”: “El primer verso puede ser brillante./ El final, sorprendente./ Entre uno y otro debes estar tú”. Lo mismo podríamos decir de los relatos de este libro.

IDEAL (Cultura), 6/01/2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario