Como
si fuera una metáfora del país, la liga española de fútbol se desintegra:
Cristiano Ronaldo está triste, Neymar se va al PSG, detienen al presidente de
la Federación, Ángel María Villar, después de veintinueve años en el cargo. ¿A
alguien puede extrañarle? El mundo del fútbol tiene su espejo en la política:
nepotismo, tráfico de influencias, millonarios derechos de televisión,
defraudación, compra de votos, comisiones ocultas en los fichajes, todo
consentido por una población que acude a los estadios como a las urnas,
alienados, medio autistas, drogados por las noticias del mercado, un bombardeo
de balones opiáceos. ¿Y cómo limitar los mandatos en la Federación Española de
Fútbol, una asociación privada pero de utilidad pública, si se permite lo
contrario en los ayuntamientos, en las comunidades autónomas y en el gobierno
de la nación? ¿Por qué iba a ser esta entidad deportiva un cortijo diferente?
Si uno acude a los estatutos de la Federación, se encuentra con que es una
asociación sin ánimo de lucro, lo cual te hace soltar una carcajada, si tenemos
en cuenta el sueldo de su presidente, diez veces más alto que el de Mariano
Rajoy. Porque Ángel María Villar gana más de 750.000 euros anuales, contando sólo
lo que cobra de la propia Federación, la FIFA y la UEFA; más las dietas, claro,
aunque según al UCO ha cobrado también comisiones por la celebración de
encuentros amistosos de la Selección Española de Fútbol. Pero la presidencia de
una asociación sin ánimo de lucro debería ser un cargo sin ninguna
remuneración, como ocurre en la mayoría de las entidades que adoptan estas
formas jurídicas, y cuyos fines suelen ser políticos, sociales y culturales.
También deportivos, pero cuando lo que pretenden fomentar verdaderamente son
valores como el esfuerzo, la superación y el compañerismo, sobre todo entre los
más jóvenes. Pero ¿es esto lo que fomenta un deporte como el fútbol hoy día?
Cuando un niño te dice que de mayor quiere ser Messi o Cristiano Ronaldo,
probablemente esté pensando ya en los números de la cuenta corriente, además de
en alguna pose estúpida o un nuevo corte de pelo. ¿Qué ocurrirá en el resto de
federaciones regionales y en los demás deportes? ¿Podemos presumir que será lo
mismo que en los partidos políticos, también entidades privadas que cumplen
fines públicos? ¿Y lo mismo que en las Administraciones públicas, donde tantas
personas demuestran el mismo apego al cargo que Villar? ¡Cuántas vocaciones de
servicio público existen en esta España santa y chirona!
IDEAL (La
Cerradura), 23/07/2017
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