Como
ese iceberg diez veces más grande que la ciudad de Madrid que acaba de
desgajarse de la Antártida, también la política granadina marcha a la deriva,
aunque lamentablemente no creo que ésta se derrita, ni que alcance las Islas
Malvinas. La política y los políticos granadinos funcionan por inercia, y si el
PP había convertido el Ayuntamiento en un cortijo para especuladores durante
años, ahora es incapaz de reconocer sus errores, como hace el propio partido en
Madrid, por lo que no podrán desligarse del soniquete de la corrupción, que
parece asimismo un problema continental. Pero el problema del Ayuntamiento de
Granada es de desgobierno, porque aquí cada partido va a lo suyo pase lo que
pase, y son incapaces de adaptarse a las circunstancias. Con ocho concejales,
Paco Cuenca puede hacerse poco más que fotos aquí y allá, y si no hay un pacto
entre los grupos municipales Granada se irá a la quiebra, aunque hace tiempo
que quebró en el plano moral. Pero si uno atiende a las declaraciones de los
portavoces de los otros partidos, más bien lo que esperan es que Cuenca se haga
un harakiri, como se lo han practicado entre todos al Centro Lorca. ¿Cómo se
explica la inoperancia de un consorcio donde están representadas todas las
Administraciones públicas españolas? Una salida fácil sería decir que es un
ejemplo más del esperpento de nuestra organización territorial, pero es que la
actualidad informativa granadina pasa por un permanente día de la marmota. Como
un mantra que hubiera que repetir, corrupción urbanística, cuentas municipales,
AVE, metro y las facturas del Centro cambian de orden en los titulares
informativos, aunque el resultado sea siempre el mismo: cero absoluto, como
decía en el colegio un profesor de cuyo nombre no quiero acordarme. ¿Nadie es
capaz de cambiar esta inercia alienante? ¿No pueden los partidos políticos de
la capital llegar a un gran pacto por la ciudad? En este sentido, es de
aplaudir la iniciativa del alcalde para consensuar con el resto de las fuerzas
políticas “las propuestas que definirán el futuro de la ciudad”. ¿Y cuáles son
esas propuestas? Significaría un punto de inflexión para Granada ver a los
portavoces de los grupos municipales explicando juntos esos proyectos y
comprometiéndose a ejecutarlos. En los últimos meses, los granadinos han
demostrado en las manifestaciones contra la fusión hospitalaria o el
desmantelamiento del TSJA que son capaces de cambiar las cosas. Y es hora de
que también nuestros concejales rompan con la inercia de esta política iceberg.
IDEAL (La
Cerradura, 16/07/2017)
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