Resulta
sintomático que los ayuntamientos de las ciudades más importantes de España,
Madrid y Barcelona, sean también los más intransigentes. O mejor dicho, lo son
sus alcaldesas, Manuela Carmena y Ada Colau, que llegaron con aire de renovación
y ahora parecen dos madres superioras del ecologismo y el independentismo,
respectivamente. Y mal entendidos, claro. La primera, después de cerrar el
centro al tráfico, ha pensado en regular calles de sentido único también para
los peatones, que serán vigilados por la policía desde los tejados de los
edificios. No creo que ni a Franco se le hubiera podido ocurrir la peregrina
idea de trazar en un plano de Madrid el trayecto que deben seguir sus
ciudadanos, aunque sea para evitar aglomeraciones en los aledaños de la Puerta
del Sol, a la que se accederá por la calle del Carmen y de la que se saldrá por
la calle Preciados hacia Callao, con lo que se marca también la ruta comercial
desde el Black Friday hasta Navidad. Pero ¿y si alguien cambia de opinión y
quiere darse la vuelta? No se la ha dado Ada Colau, que después de emprenderla
con el turismo ha pensado que lo mejor es convertir en turistas a los propios
barceloneses, sin salir de casa, con su ayuntamiento erigido en símbolo de la
independencia. Y es que son dos alcaldesas tan progresistas que parecen haber
perdido la cabeza. Curiosamente, Granada, siendo una ciudad mucho más pequeña,
comparte con estas capitales los mismos problemas: la contaminación, el
tráfico, las aglomeraciones, el déficit de las cuentas públicas y hasta los
deseos de independencia. Según el informe que ha publicado la Cámara de
Cuentas, el Ayuntamiento incumplió los planes de ajuste desde el año 2012, y
según explicaba el actual concejal de Economía, Baldomero Oliver, la deuda
municipal ascendió en los tres años que el PP tenía mayoría absoluta de 6,8
millones en 2013 a 60 millones en 2016. Algo que su antecesor en el cargo,
Francisco Ledesma, achaca ¡a la poca colaboración del PSOE! Y es que, para
algunos, el pensamiento tiene también un único sentido. Sin embargo, la ciencia
nos dice que dirección es la línea recta en la que se mueve un objeto; y
sentido, cada una de las dos posibilidades que podemos tomar en una dirección. Me
ha gustado que este año el Premio García Lorca haga un viaje de ida y vuelta de
Granada a Barcelona en las manos de Pere Gimferrer. En España se trazan
demasiadas direcciones de un único sentido.
IDEAL (La
Cerradura, 26/11/2017)
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