Vivimos
en una sociedad tan infantil en algunos aspectos que a veces uno se asombra de
su mera existencia. Según el día de la semana, lo mismo el mundo se acaba que
cruza una nueva frontera. Es como si el ser humano evolucionara e involucionara
a la vez, por lo que puedes desayunar con la amenaza del cambio climático
–vista desde un satélite, la mitad de España es un desierto, y no sólo a nivel
político- que cenar en la era de Ultrón. Ya ni siquiera nos extraña que
Puigdemont despotrique en Bruselas en el intento de quebrar también la UE, ni
que, después de un año, Donald Trump sea capaz de ganar unas nuevas elecciones
en USA, según las encuestas. Pero es que hay tanta gente convencida de vivir en
su propio mundo que cualquier cosa es posible, la peor y la mejor. Hasta la
empresa Disney, reina de la industria del entretenimiento, se ha dado cuenta, y
se dedica a hacer remakes de sus películas de dibujos animados, por lo que
trabaja con actores reales para “dar vida” a lo que sólo eran personajes de
animación. Como metáfora de lo que ocurre en el mundo de las ideas no está nada
mal. Por lo visto, Beyoncé va a interpretar el personaje de Nala, la novia de
Simba en “El rey León”, película que algunos periodistas tildan de “clásico”
sin sonrojarse. Quizá sí lo sea la película que da título a esta columna,
“Fantasía”, que reinterpreta desde la animación obras de Bach, Tchaikovski,
Dukas, Stravinski o Beethoven, pero tanto remake suena a chiste. Acaso tenga
algo que ver que “El rey león” haya sido una de las películas más taquilleras
de la historia, y sin desmerecer la participación de Elton John, Tim Rice o
Hans Zimmer, resulta asombroso que se hayan vendido catorce millones de copias
de la banda sonora. Ya no recuerdo si me quedé dormido con esta película
–probablemente sí y por eso no me acuerdo-, pero el empeño de Disney por
resucitar meros dibujos con personajes reales, como ha ocurrido con “Alicia en
el país de las maravillas”, “La Cenicienta”, “El libro de la selva” o “La bella
y la bestia”, revela la intención de fidelizar a un público que creció con
estas películas: un público que sigue siendo esencialmente infantil treinta
años después. Y es que si la realidad gusta de las simetrías y los leves
anacronismos, como escribiera Borges, y éstos son cada vez más vergonzosos, hay
quien prefiere continuar abrazando la fantasía.
IDEAL (La
Cerradura,12/11/2017)
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