Dos
de los símbolos de la Granada económica, social y cultural, el Cubo y el Centro
García Lorca, van a llevar las marcas comerciales de dos entidades financieras,
Bankia y la Caixa. ¿Cómo hemos llegado a esto? Es relativamente sencillo. Aunque
a buena parte de nuestros políticos se les llene la boca con lo granadino, en
realidad no sienten ningún respeto por la cultura y la historia de la ciudad, y
no les importaría desmontar la Alhambra piedra a piedra si con ello satisfacen
un interés personal o de su partido. Y qué decir de los trabajadores de la
extinguida Caja y de la propia Bankia, zarandeados y utilizados como moneda de
cambio, meros números de otra siniestra estadística. Queda la Fundación Caja
Granada, llamada a sostener la obra social, y el Centro García Lorca, que quizá
logre sobreponerse a la nefasta gestión de la Fundación que lleva su nombre y a
un gigantesco ridículo, sólo matizado por el esfuerzo encomiable de las
personas que trabajan para que el Centro tenga una programación cultural digna,
como Jesús Ortega. Lo que seguro que quedarán son los logos de Bankia y la
Caixa, que planearán sobre los actos sociales, culturales y políticos de la
ciudad (más políticos que culturales), como si nos recordaran quiénes mandan en
la realidad, convertida en unas grandes cuentas anuales. ¿Dónde está el dinero
de Caja Granada? ¿Dónde fue a parar el dinero malgastado en la Fundación García
Lorca, embargada porque no puede o no quiere pagar los salarios atrasados a
tres extrabajadoras? Granada, esa ciudad súpercomunicada entre sus barrios pero
aislada por tren de otras ciudades de España, está perdiendo hasta el nombre de
sus instituciones, por lo que dentro de poco no quedará ni ese orgullo
obstinado por el pasado que la caracteriza y regado con generosos tragos de
malafollá. ¿Habrá que ponerle también un patrocinador al Ayuntamiento en
quiebra? ¿Querrán privatizar todos los servicios que presta nuestra empresa más
rentable, que es la Universidad? El empeño por desmontar el patrimonio
histórico, social, cultural y económico de Granada parece una maldición bíblica,
plagas que azotan las instituciones en forma de gestores egoístas e incapaces,
que sin embargo pretenden que sea la capital cultural de Europa en 2031. Y
quizá, cuando ya sólo quede un páramo de lo que era una ciudad milenaria
construida sobre siete colinas y en la confluencia de tres ríos, lo único que
se verá en un cielo vacío serán los logotipos de Bankia y la Caixa, como hologramas
fantasmagóricos de esta terrible distopía.
IDEAL (La
Cerradura), 4/02/2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario