España
es un jolgorio. En la misma semana en la que se aprueban los Presupuestos
Generales del Estado, el partido que lleva gobernando en España en los últimos
años es condenado por el caso Gürtel. Una trama de corrupción de la que han
negado saber nada todos los secretarios del PP desde la Transición, incluido
Mariano Rajoy, que pasmosamente sigue siendo presidente del Gobierno. Pero es
que vivimos en España, un país donde la clase política está desconectada de la
sociedad y cuyos líderes hacen gala de carecer de dignidad personal y del más
mínimo principio ético; y lo peor es que ésta parece ser la regla general. Sólo
así se entiende que haya todavía una parte de la sociedad dispuesta a defender
y apoyar la gestión de este partido político. ¿Carece también de cualquier tipo
de escrúpulo? Mariano Rajoy ha compartido despachos y trabajo con todas las
personas de mayor responsabilidad del PP que ya han sido procesadas. Pero él no
sabía nada. Su propio partido, del que él es presidente, no sabía nada. Si esto
fuera así, tamaña negligencia le incapacitaría para dirigir no ya un país, sino
cualquier empresa. Y cómo rechina el principal argumento para declinar la
responsabilidad: “Ha pasado mucho tiempo”. Sí, de Franco también. Pero no el
tiempo suficiente. Sin embargo, lo que ocurre entre bambalinas es lo mismo que
ocurre en el escenario. El proceder es el mismo. ¿Cómo se han aprobado los Presupuestos
Generales del Estado y asegurado que Rajoy termine la legislatura? Pues
comprando la voluntad del PNV con transferencias millonarias al País Vasco, una
comunidad cuyas cuentas son opacas, con un sistema de financiación privilegiado
e insolidario con el resto de las comunidades autónomas españolas. Y comprando
la voluntad de un partido, el PNV, que al mismo tiempo está pactando con Bildu
(ETA) el nuevo estatuto de autonomía vasco, cuyo objetivo último es la
autodeterminación. Es decir, lo mismo que ha ocurrido en Cataluña, cuya deriva
independentista se ha permitido e incluso alentado desde el Gobierno central
por la sencilla razón de que los votos del nacionalismo catalán eran necesarios
para mantenerse en el poder como ahora lo son los del nacionalismo vasco. Y
todo ello con el beneplácito de Ciudadanos –el socio del Gobierno-, por mucho
que lloren con la letra que Marta Sánchez le ha puesto al himno nacional. El
verdadero himno nacional es “Vamos a saquear España”. Y no pasa nada. Porque se
hace con el consentimiento (y el dinero) de la mayoría de los españoles.
IDEAL (La Cerradura),
27/05/2018
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