Me
cuenta un amigo que lleva una semana dándole clases a una lámpara. Los alumnos,
cuando “asisten” a una clase online, hacen las cosas más insospechadas: comer,
fregar los platos, dar un paseo –mi amigo ha visto calles, balcones, familiares
y vecinos en la pantalla-, cargar el móvil, dormir e incluso hay quien
desconecta el micrófono y la cámara y no deja ni siquiera una foto estática. Si
en España el 35% de los jóvenes sólo completa la ESO, ¿qué pasaría si se
prolongase la enseñanza no presencial? Los profesores aspiran a formar a
personas, pero en este contexto resulta especialmente difícil transmitir los
conocimientos y las experiencias, pues vía telemática –y por mucho que nos
empeñemos- no se establece una verdadera relación entre los seres humanos. Hay
que provocar reacciones en tu interlocutor, y para eso es necesario utilizar
los cinco sentidos. En las reuniones de trabajo hay quien se “conecta” y se
dedica a hacer otra cosa, por lo que los mensajes de los compañeros se convierten
en una cantinela, una música de fondo donde se mecen las musarañas. Si se
aumenta el gasto en educación, aumenta el porcentaje de éxito de los alumnos,
las posibilidades de encontrar un trabajo cualificado, se reduce el paro y se
incrementa la productividad del país. Pero al parecer no es lo que tienen en
mente las Administraciones públicas, pues a pesar de que el Gobierno ha creado
un fondo de 2.000 millones de euros para las comunidades autónomas para paliar
los efectos del Covid-19, la Junta de Andalucía ha decidido reducir el
presupuesto de las universidades en 135 millones. En un momento en que deben
multiplicarse los recursos en educación se hace exactamente lo contrario. Y no
vale la excusa de que esos fondos van a destinarse a la sanidad, pues sanidad y
educación deben ir de la mano en los presupuestos, ya que sólo así
garantizaremos el presente y el futuro de nuestra sociedad. Si estas dos
competencias fundamentales son de las comunidades autónomas, deben disponer de
los recursos suficientes para ejercerlas, y el Gobierno central debe asegurarse
de que en todo el territorio español se presten los mismos servicios públicos
esenciales. ¿Cada comunidad autónoma va a decidir cómo se imparten las clases
el próximo curso? Para este viaje no necesitábamos tantas alforjas. Educamos a
ciudadanos, no construimos lámparas, a pesar de Wert y todos los que, con cada
nueva reforma, han ido desmantelando el sistema educativo. Hacen falta más
recursos, volver a impartir humanidades, creer en las personas.
IDEAL (La Cerradura), 14/06/2020
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