En un año distópico el turismo es ciencia ficción:
playas y calles están vacías, y si uno camina por los paseos de Salobreña o
Nerja se admirará de los milagros de la naturaleza, de cómo el mar ha vuelto a
recuperar su espacio, como si la humanidad no existiera. Pero no es cierto: hay
algunos cuerpos tostándose en la playa, orondos y felices, admirados de la
plácida soledad, turistas anclados de invierno. No sólo los extranjeros han
desaparecido. También los vecinos parecen preferir la seguridad de las casas, a
salvo del bullicio inexistente. “Ay, España”, se dirán encogidos en el sillón,
ese paraíso desaparecido de la Europa rica. Porque siguen existiendo el norte y
el sur, y la burguesía de Francia para arriba se ha olvidado de las playas
españolas. Es un problema económico y sanitario. Ya no viaja el que puede, sino
que nadie puede viajar. Tanto mentar la Transición y resulta que no se nos ha
ocurrido nada nuevo desde que Fraga decidió que, a falta de otras
posibilidades, España podría ser un buen destino turístico. Ahora España puede
seguir siendo nuestro destino, pero habrá que cambiar el adjetivo. ¿Alguien ha
pensado en una industria alternativa? Decenas de agencias de viajes han cerrado
en Granada, y son miles las persianas que se bajan definitivamente de empresas
relacionadas con la hostelería, no sólo bares y restaurantes. Menuda traición
por parte de las administraciones: incentivar la que iba a ser la más
importante industria nacional y ahora dejarla a su suerte. Y eso no lo ha hecho
un ministro franquista, sino los sucesivos gobiernos democráticos que en las
distintas administraciones han alimentado el fantasma actual, del que
lamentablemente dependen muchas familias de carne y hueso. ¿Se puede cambiar a
estas alturas el modelo productivo? Probablemente se podría, pero no hay que
dejar a esas familias en la estacada. Las ayudas directas y las exenciones
fiscales serían una solución, sin descuidar la inspección laboral y tributaria.
Porque también hay quien se aprovecha de las ayudas públicas para vivir todos
los lunes al sol. El modelo económico europeo nos ha condenado a ser un país
dependiente. ¿Dónde estáis, hermanos turistas? Como hay quien cambia de lugar
de vacaciones, quizá deberíamos cambiar de políticas. Ahora, éste es un juego
de sillas y habitaciones de hoteles vacías. Cómeme y bébeme, Europa.
IDEAL (La
Cerradura), 21/02/2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario