martes, 2 de marzo de 2021

Tourcatastrófico

En un año distópico el turismo es ciencia ficción: playas y calles están vacías, y si uno camina por los paseos de Salobreña o Nerja se admirará de los milagros de la naturaleza, de cómo el mar ha vuelto a recuperar su espacio, como si la humanidad no existiera. Pero no es cierto: hay algunos cuerpos tostándose en la playa, orondos y felices, admirados de la plácida soledad, turistas anclados de invierno. No sólo los extranjeros han desaparecido. También los vecinos parecen preferir la seguridad de las casas, a salvo del bullicio inexistente. “Ay, España”, se dirán encogidos en el sillón, ese paraíso desaparecido de la Europa rica. Porque siguen existiendo el norte y el sur, y la burguesía de Francia para arriba se ha olvidado de las playas españolas. Es un problema económico y sanitario. Ya no viaja el que puede, sino que nadie puede viajar. Tanto mentar la Transición y resulta que no se nos ha ocurrido nada nuevo desde que Fraga decidió que, a falta de otras posibilidades, España podría ser un buen destino turístico. Ahora España puede seguir siendo nuestro destino, pero habrá que cambiar el adjetivo. ¿Alguien ha pensado en una industria alternativa? Decenas de agencias de viajes han cerrado en Granada, y son miles las persianas que se bajan definitivamente de empresas relacionadas con la hostelería, no sólo bares y restaurantes. Menuda traición por parte de las administraciones: incentivar la que iba a ser la más importante industria nacional y ahora dejarla a su suerte. Y eso no lo ha hecho un ministro franquista, sino los sucesivos gobiernos democráticos que en las distintas administraciones han alimentado el fantasma actual, del que lamentablemente dependen muchas familias de carne y hueso. ¿Se puede cambiar a estas alturas el modelo productivo? Probablemente se podría, pero no hay que dejar a esas familias en la estacada. Las ayudas directas y las exenciones fiscales serían una solución, sin descuidar la inspección laboral y tributaria. Porque también hay quien se aprovecha de las ayudas públicas para vivir todos los lunes al sol. El modelo económico europeo nos ha condenado a ser un país dependiente. ¿Dónde estáis, hermanos turistas? Como hay quien cambia de lugar de vacaciones, quizá deberíamos cambiar de políticas. Ahora, éste es un juego de sillas y habitaciones de hoteles vacías. Cómeme y bébeme, Europa.

IDEAL (La Cerradura), 21/02/2021

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