Nos tranquiliza oír al exministro José Luis Ábalos hablar de
normalidad sobre el vodevil al que hemos asistido esta semana en el
Ayuntamiento de Granada. La democracia es una partida de “Risk”, aunque la vida
municipal no llega ni al “Stratego”. Sirve para que haya quien cobre un sueldo
sin que sepamos muy bien por qué, bueno sí, por tratar de llevar a la realidad
el guion de un capítulo de la serie “Falcon Crest”. El de los cuernos y los
divorcios, claro. ¿Quién será Ángela Channing? Sí sabemos quién se cree que es
Lorenzo Lamas, del que pocos recuerdan que hizo un corto papel en “Grease”,
antes de dedicarse a ejercer de pecho lobo. En fin, qué tiempos en que estos
juegos de vanidad nos entretenían. A mí me recuerdan más bien a una historia
granadina de 1930 que leí en la hemeroteca. Un niño y una niña desaparecieron
cuando jugaban en la puerta de su casa. La policía no los encontró, y los
padres sospecharon que habían sido robados. Años después de la desaparición,
una banda de buhoneros acampó cerca de la ciudad. Dos niños, niño y niña,
fueron a pedir limosna por uno de los barrios, adonde casualmente habían
trasladado su domicilio los padres de los niños desaparecidos. La madre
reconoció al instante a sus hijos, y no los dejó marchar. El jefe de los
buhoneros, al darse cuenta de que no habían vuelto con la recaudación de
limosnas, buscó a los niños y dio con la casa de sus padres. Convenció a la
madre de que había estado cuidando de ellos, pero cuando la madre, confiada, se
despistó un momento, cogió a uno de los niños y volvió a llevárselo, pero ya
nunca lo encontraron. ¡Ay, cantaría Lucía Garrido! ¿Quiénes serán los niños, la
madre y el buhonero en esta lacrimógena historia del Ayuntamiento de Granada? Yo
tengo claro quién es el buhonero y uno de los niños, y quizá la madre, pensando
simbólicamente en la ciudad. Pero dejémonos de historias, ha dicho Paco Cuenca,
vamos a gobernar, aunque lo haga gracias al buhonero del cuento granadino, al que
quizá incluso integre en el equipo de gobierno municipal. Pues no sé si entenderíamos
la moraleja, a pesar del entusiasmo socarrón del exministro de Transportes. Hombre,
normal, normal… Cinco alcaldes en seis años resulta bastante esperpéntico,
incluso cuando se crean Lorenzo Lamas. El problema se hubiera solucionado mucho
antes si no se hubiesen antepuesto los intereses personales al interés público.
Acaso la normalidad sea el principio de un proyecto municipal.
IDEAL (La Cerradura), 11/07/2021
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