En tiempos de crisis económica hay una sobreabundancia de
posibilidades para convertirnos en compradores compulsivos. El Black Friday, el
Ciber Monday o los Días de Oro traen de cabeza a las economías domésticas. La
gente se pasa medio día cribando las ofertas, otro medio comprando y el
siguiente arrepintiéndose de la compra hecha, pues ha encontrado en otra web el
mismo producto más barato. ¡Será por ofertas! Con lo fácil que es esperarse
tranquilamente al momento en que necesites algo, si es que este llega, pues
necesitar, necesitar, necesitamos poco. Pero cómo resistirse a los escaparates,
a las luces en las que no dudan en despilfarrar el presupuesto los
ayuntamientos, a la nostalgia, ahora que llega la Navidad, convertida en una
fiebre de consumo hasta el día de Reyes. Mientras tanto, los hackers han
atracado el Consejo del Poder Judicial y el Ministerio de Hacienda, robando los
datos de todos los contribuyentes. ¿Empezaremos a recibir mensajes con
chantajes masivos? ¿Nos encontraremos con desagradables sorpresas en el banco?
Me sorprende que no se hable de este tema, cuando significa que los
delincuentes disponen ahora del NIF, dirección, número de cuenta y de todo lo
necesario para contratar en nombre de cualquier ciudadano. Si votáramos por vía
electrónica quizá le interesase a alguien. Sin embargo, en estado de guerra,
aún hay quien utiliza el correo tradicional. Ya son seis cartas bomba las que
se han recibido en España en objetivos ligados a la guerra contra Rusia, como el
Centro de Satélites de la Unión Europea (SatCen) de la Base de Torrejón de
Ardoz o la sede del Ministerio de Defensa. ¿Son los medios con los que nos
atacan? En este contexto, debe darles risa a los enemigos de las democracias el
espectáculo que dan nuestros diputados en el Congreso, con trifulcas propias de
los patios de colegio en las épocas más oscuras de la infancia, con machotes y
machotas que compiten para averiguar quién puede decir el insulto más grueso.
¡Menuda palabrota! Se lo pienso decir a la profe. Pero ¿dónde está la profe? La
gente empieza a creer que tiene que protegerse por sus propios medios de la
violencia verbal reinante, como ese anciano de 86 años que pretendía entrar con
un cuchillo oculto en el bastón en el Ayuntamiento de Granada. ¿De quién quería
defenderse? El acoso político puede ser tan persistente como el acoso
publicitario, y tan endeudada como las economías domésticas parece estar
nuestra democracia. Tenemos más cosas que vigilar además de nuestras cuentas
bancarias.
IDEAL (La Cerradura), 4/12/2022
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