lunes, 12 de diciembre de 2022

Goteras

Con la ansiada lluvia también llegan las goteras, como las que han aparecido en la sede de la Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial que ya casi habíamos puesto en funcionamiento en Granada antes de la decisión del Gobierno, que se ve que toma las decisiones relacionadas con la descentralización administrativa en clave electoral. La política no tiene nada que ver con la objetividad, y nuestros políticos se han acostumbrado a tomar decisiones e incluso a legislar por un mero interés personal, que ni siquiera coincide con el del partido o el de la ideología que defienden. Pero se echa en falta que al menos a nivel local todos los partidos e instituciones hagan piña frente a decisiones manifiestamente injustas, y no que haya quien escarbe en la miseria pensando ya en las próximas elecciones municipales, donde no creo que haya que ponerle la cruz al actual alcalde de Granada, Paco Cuenca, que tiene toda la razón en cabrearse, sino a aquellos que ya suelen llevar la cruz a cuestas, no en sentido espiritual, sino con esa malafollá característica que inunda más que las borrascas. No sabe Pedro Sánchez lo que ha hecho, porque la malafollá granadina es más despiadada que el beso de la muerte de la Cosa Nostra. Resulta cansino esto de quejarse de las infraestructuras, las inversiones, la sevillano dependencia política y demás, pero no se puede justificar lo injustificable. Lo peor del asunto no es ya que no se elija a Granada como sede de la agencia, sino la falta de transparencia en las decisiones políticas, en cuestiones locales y en otras de mayor transcendencia como las reformas legislativas que afectan a los derechos fundamentales y al ejercicio de los derechos políticos que este Gobierno se ha propuesto llevar a cabo a toda prisa pensando precisamente en la inminencia de unas elecciones. De lo general a lo particular y de lo particular a lo general no se puede hacer política de esta forma tan chapucera, pervirtiendo el interés público. La manera de proteger la dignidad política no es modificar la legislación a la propia conveniencia o a la de aquellos que la han trasgredido a sabiendas. No me extrañaría que pronto viéramos una campaña para proteger los derechos del político maltratado, aunque sólo sea por el voto de los ciudadanos. Quizá lo siguiente sea reformar la ley electoral. En el cómic en que se ha convertido España pelearán un algoritmo artificial coruñés contra un malafollisqui granadino. ¿Y el sentido común? Pasemos página.

IDEAL (La Cerradura), 11/12/2022

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