No
sé si tiene sentido que en un Estado laico la Iglesia católica y demás
confesiones religiosas disfruten de exenciones en el pago de impuestos, ni que
sigan en vigor los Acuerdos negociados en Roma y aprobados por las Cortes en
1979. Tampoco que haya profesores de moral católica y capellanes en cárceles,
cementerios, universidades y hospitales pagados por el Estado. Y quizá no
habría que celebrar el día de la Cruz o la Semana Santa, aunque luego
agradezcamos disponer de unos días de descanso lo más alejados posible de
sevillanas y procesiones. “¡Huyamos!”, habrá exclamado mucha gente este fin de
semana, mientras que otra se disponía a sacar del armario los trajes de gitana
y el sombrero cordobés. No ganamos para tanta fiesta en un país presuntamente
asolado por la crisis económica, pero donde no dejamos de celebrar eventos gastronómicos
y culinarios y el mayor mérito consiste en obtener una estrella Michelín. No se
la darán sin embargo a los seis restaurantes chinos y cuatro “shawarmas” que
han cerrado en el centro de Granada, donde la policía ha encontrado kilos de
comida caducada o “animales en salmuera que no reconocían los veterinarios
municipales”, según informaba Sergio González Hueso en Ideal, lo cual nos acerca
más al género distópico de Pesadilla en la Cocina, donde aparecen cocineros
educados en el Mein Kampf. Pero también ocurre en restaurantes españoles de
comida tradicional, donde la presión por ofrecer una tapa con la consumición
choca con la de cuadrar las cuentas. La verdadera religión española parece ser
la hostelería, por lo que también habría que aplicarles a bares y restaurantes
la exención del IBI. Hay quien no va a misa los domingos, pero no perdona
acudir al bar del barrio todos los días, cuya barra suele convertirse en un
confesionario y donde algunos camareros practican desde el perdón de los
pecados hasta la extremaunción con los clientes más pesados, esos que no se van
ni aunque rocíes la barra no con agua consagrada, sino hirviendo. “¡Se puso a
gritar como la niña del Exorcista!” Pero ¿quién acumula más patrimonio
inmobiliario? No se entiende la preocupación por aprobar una nueva ley de la
vivienda y al mismo tiempo la de prolongar los privilegios de quienes tienen el
interés en el otro mundo pero las posesiones en éste. Tal vez sean buenos los
duelos con pan, como aseguraba Sancho, aunque no todo consista en llenarse la
panza. Siguiendo con los refranes, el Gobierno con el IBI y todas las iglesias se
ha topado.
IDEAL (La Cerradura), 30/04/2023
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